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En un 60 % aumentaron lassolicitudes de asilo el 2013

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Lo primero, explica la coordinadora local de la Fundación de Ayuda Social de las Iglesias Cristianas (Fasic), Katheryn Jaramillo, es hacer una diferenciación entre refugiado y migrante.

'Los migrantes llegan hasta un país buscando mejores oportunidades laborales. Es una decisión planificada y consensuada. Muchos llegan con el afán de trabajar y reunir dinero para ayudar a sus familias y, eventualmente, regresar a su país o venirse con los suyos', explica la coordinadora de la institución a cargo de la ayuda hacia los refugiados.

'Las personas que piden refugio, en cambio, no planifican irse de su país. Tenemos casos de personas a las que les dijeron que si en 24 horas no estaban fuera de su nación, los matarían o asesinarían a sus hijos. Algunos venden los muebles de su casa para comprar los pasajes, pero otros entran por pasos no habilitados. Esa es la realidad de los refugiados', comentó Jaramillo.

Según los datos aportados por Fasic, durante este año 13 personas han solicitado refugio en la ciudad, aduciendo que sus derechos humanos han sido vulnerados en su país de origen.

A esta cifra se suman las 68 personas que durante el año pasado solicitaron asilo. Esta cantidad supera en un 58% la del año 2012, cuando 43 personas comenzaron el proceso para ser reconocidos en su condición de refugiados.

Según explica Jaramillo, uno de los principales problemas que deben enfrentar los refugiados es la discriminación en distintos ámbitos.

'Nos hemos encontrado muchas veces con que no arriendan a extranjeros. Actualmente, el 100% de las personas que han solicitado refugio son colombianos y hay muchos prejuicios al respecto', sostiene la coordinadora.

Según la profesional, las ideas preconcebidas sobre la nacionalidad de los aspirantes a ser considerados refugiados es determinante.

'Hay psicólogas, profesoras y terapeutas a las que las llaman sólo para trabajos que se relacionen con el físico. Les piden que trabajen en fuentes de soda o piensan que ejercen la prostitución. Y, generalmente, se trata de personas que en Colombia tenían su vida hecha, pero tienen que volver a empezar, porque les cuesta mucho adaptarse', comenta.

Sin embargo, gracias a los seguimientos que realiza la fundación , han determinado que la tolerancia hacia los refugiados en la ciudad es mejor que la que se da en Iquique o Antofagasta, pero aún se debe trabajar.

Nancy Ariza lleva poco más de cuatro años en Arica, junto a su esposo y dos hijos. El año pasado recibió el documento que los acreditaba como refugiados.

'Nosotros tuvimos dos días para dejar Buenaventura, en Colombia. Fue bastante traumático, porque no pudimos despedirnos de nadie. Cada uno se vino con una maleta, pero nada más', recuerda Nancy, quien tiene un local de manicure en el Cosmocentro.

Nancy relata que su vida en Colombia era radicalmente distinta.

'Allá mi marido era empresario y yo era asesora de negocios en la Cámara de Comercio de Bogotá. Cuando llegué a Arica mi primer trabajo fue como empleada doméstica. Le hacía manicure a la señora para la que trabajaba y ella me dijo que me dedicara a eso', recuerda Nancy.

'A mi marido le costó mucho más encontrar trabajo. Y mis hijos al principio se sentían mal porque en el colegio les decían 'colombianos', pero yo le explicaba que no era en el afán de ofenderlos ni discriminarlos', cuenta.

A pesar de los duros momentos, Nancy se siente agradecida con el país.

'Lo primero que yo dije cuando llegamos es que cuando vas de visita a otra casa, tienes que adaptarte tú a ellos. En Colombia, por ejemplo, puedes poner la música muy fuerte en tu casa, pero acá no es la costumbre, así que hay que respetar eso. Pero ya estamos bien, y mis hijos dicen que no son chilenos, que son ariqueños. Toda nuestra gratitud es con esta ciudad. Cuesta mucho, pero se puede', asegura.

Nancy comenta que sabe que no todos sus compatriotas llegan a Chile con buenas intenciones. 'Que hay algunos que llegan acá y se portan mal, no se puede negar. Pero la mayoría somos personas trabajadoras, que tenemos que salir de una realidad muy violenta. Hay sectores en los que si te ven conversando con un policía, aunque sea para pedir una dirección, pueden acusarte de ser informante y castigarte con la muerte. Los refugiados nos ayudamos entre nosotros, nos damos ánimo, porque es algo bastante triste', aseguró.J