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El poder femenino llegó para quedarse en el rubro de la construcción

FOTOS: RODOLFO CAPINO

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Cambiaron los tacones por zapatos de seguridad e hicieron del casco su fiel compañero de las jornadas laborales. Aquí la femineidad no se olvida y el valor de la mujer empoderada cobra más fuerza.

Es la historia de esforzadas trabajadoras de la construcción que eligieron un rubro esencialmente de hombres para ganarse la vida. Sin miedos por el que dirán, todos los días desde muy temprano ponen todo de sí para salir adelante.

Yolanda Macedo y Rosa Caveduque son dos ciudadanas peruanas radicadas en la zona norte de nuestro país, que hacen terminaciones en una obra. Su mejor aliada es la pistola selladora y junto con ella dejan de perfectas condiciones las construcciones que están a punto de ser entregadas. También deben estar pendientes de las cornisas, los guardapolvos y las pilastras.

La ardua tarea comienza a las 08.00 horas y puede durar hasta las 7 de la tarde. 'Es una jornada extenuante, porque pasamos casi todo el día acá. Pero a la larga es gratificante porque recibimos mejores sueldos en comparación si es que hiciéramos labores de asesora del hogar', cuenta Yolanda.

Yolanda llegó a la construcción buscando una nueva oportunidad laboral, pues tras los constantes asaltos que sufrió en su almacén se vio obligada a cerrar. Hace 7 años labora en el sector de la construcción. 'Para buscar trabajo compré el diario y vi que decía 'se buscan mujeres para hacer aseo en edificio amoblado' y entré a trabajar en puro aseo fino. Poco a poco fui viendo que otras mujeres hacían trabajos en la obra y yo me dije que si ellas podían yo también', explica.

La trabajadora asegura que su familia está orgullosa de todo lo que hace. 'Mi hija mayor de 24 años está contenta porque sabe que es lo que me gusta, mientras mi hijo de 13 todavía no entiende muy bien todo esto', expresa.

Por su parte, Rosa comenzó haciendo aseo en obras a punto de entregar. 'Pero yo siempre quise aspirar a más y mirando a los maestros comencé aprender todo lo que hago ahora. De eso ya van a ser siete años', explica.

La trabajadora agrega que sus familiares también están muy contentos por la labor que realiza. 'He llevado a Lima todos los diplomas que me han dado, y se los he mostrado a mi mamá y a mis hijos y ellos se sienten súper contentos', afirma Rosa.

Ambas trabajadoras revelan su anhelo de la superación, pues indican que siempre hay un mundo de posibilidades para seguir escalando en el mundo laboral. 'Muy pocas tienen deseos de superarse. Yo me quedaba a capacitaciones hasta las 10.00 de la noche, pero no todas están dispuestas a hacer eso', comenta Yolanda.

Siempre con fuerza e ímpetu, tres mujeres trabajan en la construcción de un edificio de 26 pisos. Dayana Giampaoli, Stephanie Carrasco y Katherine Vargas cumplen labores de cargadoras en la obra Matiz Cavancha.

Todos los días, en rampas y elevadores, la cuadrilla carga y distribuye en los pisos de la construcción cerámicas, puertas, tazas de baño, madera, entre otros materiales.

'Llegamos a la obra por una recomendación de un compañero que trabajó con nosotras en otra parte. Nos mandaron a buscar porque en el otro lado hacíamos casi lo mismo. En eso estamos desde hace cuatro meses', cuenta Stephanie.

Las mujeres, que son llamadas dentro de la obra como las 'Chicas superpoderosas', agregan que trabajar en un rubro de hombres no las complica, porque resaltan su responsabilidad y el cuidado en los detalles.

Comentan que el apoyo es fundamental, pues las extenuantes horas de trabajo y las pesadas cargas hacen necesaria una ayuda.

Aquí todo queda en familia porque son madre, hija y sobrina que siempre se han desempeñado con mucho talento en el rubro. 'Nosotras llegamos por recomendación porque hace tiempo buscaban alguien que hiciera las cosas bien. Veían que los hombres no cumplía los requisitos. Las mujeres casi nunca fallan y tienen cuidado en las terminaciones', expresa Dayana.

Dicen haber elegido la construcción por ser mejor remunerada y por ello se quieren quedar en el rubro. 'Nos gusta la pega bruta y preferimos hacer esto antes que hacer aseo', dice Stephanie, quien agrega que la relación con los compañeros hombres es muy buena y que reciben cooperación por parte de ellos.

Las empoderadas mujeres de la construcción dicen que llegaron para quedarse, ya que planean continuar en el rubro porque es lo que más les gusta.

Yolanda Macedo y Rosa Caveduque cuando finalicen su labor en la obra Oblatos desean pasar a hacer las terminaciones en el edificio Península, actualmente en construcción.

Sin embargo, los sueños también son parte de su vida. Yolanda quiere crear su propia empresa de aseo para obras en proceso de terminación.

'Como ya sé cómo se mueve el rubro, me gustaría emprender ese negocio porque sé quién trabaja bien y quién lo hace. Estoy ahorrando para poder cumplir mi sueño', plantea. Rosa sueña con hacer tareas más complejas e incluso ponerse arnés para hacer crecer una obra en construcción.

Por su parte, las cargadoras de la obra de un edificio de gran altura planean seguir en el rumbo, mientras se viene un desafío mayor: llegar al piso 26 con los materiales necesarios para las terminaciones.

El reinado de los hombres en la construcción quedó atrás; las féminas llegaron para quedarse y desarrollan con gracia y talento trabajos duros.

El casco sigue firme en la cabeza y los zapatos de seguridad bien amarrados, pero lo femenino nunca pierde su protagonismo. J