¿Puede un gran meditador vencer a la muerte? ¿Cuánto tiempo puede meditar un ser humano? Son preguntas que han provocado debates furiosos en la India, la cuna de la profundidad. Y todo por un gurú que hace cinco meses está quieto.

El gurú se llama Shri Ashutosh y en enero se puso a meditar en cuclillas. Fue entonces, dicen, que le vino un infarto y falleció meditando. La policía de Punjab lo declaró clínicamente muerto. Pero sus seguidores negaron esa imputación fatal y, a escondidas, en un delito místico, lo congelaron. Argumentaron que el parte médico provenía desde la ignorancia. Reclamaron que Shiri Ashutosh, 70 años, estaba vivo. Solamente se hallaba en una prolongada y honda meditación de 150 días. El caso llegó a la justicia. Una corte va a decidir si el gurú está meditando con la mente en blanco o si murió hace rato.

Los seguidores insisten: 'Va a volver a la vida tan pronto como se le necesite. Hasta entonces nosotros garantizaremos la seguridad de su cuerpo', dijo uno de sus discípulos, según lo contó el diario londinense Daily Telegraph. Dicen que el gurú, en otras ocasiones, ha meditado con temperaturas bajo cero. Y salió ileso.

El debate, si el gurú está meditando o si está muerto y no lo pueden sepultar, ha puesto en el tapete las mayores extravagancias de la meditación. Si un gurú es considerado muerto por los médicos, ¿sigue estando vivo para sus discípulos? ¿cuándo una meditación trascendental puede ser interrumpida por forenses?

En la India deliberan una respuesta. De momento, el caso causa impacto mundial, en miísticos y no místicos. Lo cierto es que es primera vez que la meditación será juzgada por abogados. Quizás la resolución permita entender hasta cuándo se puede poner la mente en blanco. Y seguir estando vivo. J

l Una norteamericana que salió de una cárcel de Irán reveló que se estaba volviendo loca. Sarah Shourd, 32 años, dijo que la soledad le produjo visiones. Empezó a ver luces que le hablaban y le contaban chistes. O la intimidaban. Al parecer una luz le tocó las piernas. De inmediato sicólogos y expertos en la mente humana estudiaron su situación en la televisión estatal de Nueva York. Y llegaron a una conclusión: el aislamiento profundo produce visiones. La soledad estirada a un punto extremo nos lleva a enloquecer. Sarah ya salió de la cárcel y ya no conversa con luces. J

l Samantha Wake tiene 20 años y un problema mental: hace años que no para de darse pellizcos. Fue a ver a varios doctores y les exponía su situación. Ningún doctor la tomó en serio, hasta que, en una oportunidad, en plena consulta, le vino un ataque de pellizcos frente a un médico. Entonces le diagnosticaron dermatilomanía. Esta enfermedad es aún bastante desconocida y consiste en una compulsión por dañarse. Las cicatrices afectan la cara. Hoy Samantha es una enferma asumida. Habló en la BBC de Londres y abogó por un mayor respeto a los

que viven pellizcándose. J