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Desde Australia agradecen a Arica

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Somos dos australianas viajeras que estábamos en Arica para el terremoto del 1 de abril y esta es nuestra historia.

Nos habíamos recién sentado en un restaurante en el sector del puerto, cuando empezó el temblor. El primer sonido fue impactante, como si algo estuviera desgarrando el subsuelo. Luego todo comenzó a sacudirse y agitarse. No sabíamos qué estaba pasando, pero la gente empezó a pasar corriendo a nuestro alrededor y entendimos que teníamos que salir a la calle.

Al llegar afuera, el temblor se había detenido y pensamos que estábamos seguras, pero toda la gente empezó a subir por las calles, alejándose del puerto. Nosotras no habíamos pensado en un tsunami.

Empezamos a seguir a la gente que caminaba y corría por las calles. Estaba muy oscuro. Niñas jóvenes lloraban (separadas de sus familias). Gente anciana era ayudada a salir de sus casas y las únicas luces eran las de los celulares, autos y linternas. Seguimos a la gente hasta una colina, con un mirador con una gran estatua de Jesús. Las personas nos dijeron que estábamos seguras ahí.

No teníamos idea de lo que realmente había pasado y nuestra comprensión del español era muy limitada. De a poco empezamos a comunicarnos con la gente, que nos dijo que el puerto y todo el sector costero había sido evacuado, por la posibilidad de un tsunami y que estaba prohibido regresar hasta las 7 de la mañana del día siguiente.

Durante las siguientes 9 horas recibimos ayuda de mucha gente maravillosa. Grupos de mujeres llegaron de las poblaciones cercanas con termos con café, chocolate caliente y galletas, repartiéndolas entre la gente. Nosotras no habíamos comido en horas y estábamos en estado de schock, así que fue como si Dios nos hubiera enviado una bebida caliente.

Mientras nos preparábamos para pasar allí la noche pudimos conversar con un hombre que había vivido en Nueva York y hablaba inglés (¿Señor Rodríguez?). Este amable señor nos acompañó hasta las 4 de la mañana e incluso nos prestó frazadas, ya que nosotras estábamos con lo puesto.

Durante las frías horas de la madrugada, otra familia, que dormía en un auto, también nos prestó frazadas y un poncho, ya que notaron que estábamos luchando con el frío.

Qué maravillosa comunidad son ustedes.

Nunca habíamos experimentado tanta solidaridad de gente que tiene tan poco.

Al final pasamos la noche bien, aunque durmiendo muy poco, y en la mañana pudimos ir a buscar nuestras cosas al hotel.

Quedamos tan impactadas por la experiencia que queremos expresarles nuestro agradecimiento y que, a pesar del terremoto, nos gustaría volver y visitar Arica nuevamente.

Justine Wilson y

Catriona Duncan

Sidney, Australia