En un duelo disputado ayer en el Estadio Monumental, Colo Colo no pudo ante su bestia negra, y terminó cayendo por 2-1 ante la Universidad de Concepción, resultado que le permite mantener el liderato del Torneo de Clausura pero corta una racha de doce partidos sin perder.

El escenario estaba dado. Colo Colo salía al Estadio Monumental conociendo el resultado de sus rivales y sabiendo que una victoria le permitía quedar a tres puntos de la trigésima estrella, la cual podría haber llegado incluso en el superclasico en la casa del archirival.

Sin embargo, el rival era complicado. En la semana Héctor Tapia ya lo había advertido y los números lo avalaban: la última victoria ante el "Campanil" fue el 2010 y en su último partido cayeron por 4-1. El técnico buscaba su revancha.

Del otro lado, la apuesta de la Universidad de Concepción era clara: esperar a los albos y aprovechar la rápidez de sus delanteros para el contragolpe. Y en los primeros minutos funcionaba.

La escuadra del campanil no daba espacios y obligaba a Emiliano Vecchio y Jaime Valdés a abusar del pelotazo largo. La visita salía, y arriba Pedro Muñoz y Leonardo Monje aprovechaban las espaldas de los laterales.

Era el partido que Pablo Sánchez había preparado. Pese a que no generaban riesgo, tampoco le generaban. Y eso ante el líder, ante el invicto, ante el equipo más goleador del campeonato no era un mal resultado.

Sin embargo, en el último minuto de adición Esteban Paredes se puso frente a la pelota y apostó. Los 30 metros que lo separaban del arco de Cristián Muñoz se pulverizaron cuando el atacante albo clavó pegada al palo la apertura de la cuenta para los locales.

Entonces, los visitantes tuvieron que cambiar el plan. Ahora no bastaba con esperar: había proponer. Monje y Muñoz apostaron más al mano a mano y ganaban. En el centro de la zaga ya no estaba el lesionado Julio Barroso y los espacios comenzaron a aparecer. Y los resultados llegaron rápido. A los 53 minutos Pedro Muñoz aprovechó la espalda de Esteban Pavez y definió con comodidad ante Justo Villar. Después, Monje pegó un latigazo y fue la sentencia. J