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También se puede curar el presente con flores, energía y una breve revisión al pasado

Con diplomados y cursos en distintas terapias, ayuda a los ariqueños a lidiar con los dolores del alma.

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Annie González tiene una voz dulce y pausada, que invita a la serenidad. El incienso que prende en su oficina, las campanas de viento que cantan a lo lejos y la falta de los ruidos de la ciudad son relajantes.

En su oficina pueden verse, colgados en las paredes, una serie de títulos y diplomas. Poco tienen de relación con sus estudios de secretariado y relaciones públicas. Es otro el tipo de conocimiento que ahora le interesa.

Las flores de Bach, las vidas pasadas, regresión y el biomagnetismo son ahora su campo de estudio, respuestas a las dudas que la asaltan desde niña.

"Desde muy chica noté que tenía un don diferente. Podía ver cosas que las demás personas no. Al principio no entendía, pero después comencé a prestar más atención", explica tranquilamente.

Cuenta que algo difícil de explicar tenía lugar muy a menudo en su entorno. Y desde muy joven.

"Mi mamá ya se estaba acostumbrando a mis extravagancias. Cuando cumplí 12 años, me preguntó qué regalo quería por mi cumpleaños, y le pedí un mazo de cartas del tarot", dice sonriendo.

Se describe como "un alma antigua", una vieja chica que aconsejaba a sus vecinas. Hoy, con más experiencia, asegura que puede enfrentar de mejor forma esta difícil clientela.

"En este trabajo, lo que uno más tiene que tener es paciencia. Y harta oreja, porque es muy necesario escuchar a las personas para saber qué es lo que necesitan", advirtió.

Cuenta que ha estudiado muchas disciplinas. Herramientas como las flores de Bach y otras terapias alternativas suelen llenarse de personas que no tienen los conocimientos adecuados. La energía de la personas, dice, tiene que tratarse con cuidado.

"A veces llega gente y dice que quiere hacerse una regresión porque quiere saber qué fue en su otra vida, como si fuera un tour por la edad media o algo así, pero no se trata de eso", comenta, de buen humor. Son gajes del oficio.

Pero la terapia de las vidas pasadas tiene un trasfondo mucho más serio. Annie explica que no todas las personas son candidatas.

"La gran mayoría de las personas cargan con traumas o cosas negativas de esta vida. A muchas les ocurrió algo de pequeños que los asustó o les produjo rechazo y no necesitan saber qué fue de ellos antes", aclara.

Sin embargo, fobias inexplicables o dolores del alma muy grandes, asegura Annie, pueden tener explicación algunas vidas atrás. Para muchos, es algo incomprensible. Para ella, es una realidad compleja, pero innegable.

"En general, las que más vienen son mujeres. Pasa que ellas son mucho más intuitivas que los hombres. Es muy raro que venga un varón a la consulta. Generalmente son hijos o maridos a los que los trajo la mamá o la señora", cuenta.

Sin embargo, las terapias de regresión no son la primera alternativa. Flores chilenas, de Bach, californianas, aztecas y una enorme variedad son parte de sus herramientas.

"Por ejemplo, los niños pequeños aceptan muy bien los tratamientos con flores, porque están más abiertos, no están tan cargados como los adultos", señala.

Por eso, explica, es muy extraño que se enfermen seguido. Simplemente, la energía de los niños es otra.

"Si un chiquitito se enferma mucho, puede ser que es porque está canalizando energías o cargas negativas de algún otro lado", asegura.

El manejar diversas formas de terapias altenativas requiere años de estudio, para que sea un asunto serio y no tenga relación con la charlatanería.

"Yo jamás haría alguna terapia sin tener el curso correspondiente. Hay que ser muy cuidadoso, es un trabajo serio y requiere de estudios", declara con voz firme.

La experiencia y sus muchos cursos la llevaron a trabajar en televisión, con una sección en el matinal.

"Antes me pasaba que había señoras que atendía todas las semanas, en especial cuando leía el tarot. Querían saber por qué el marido las engañaba, por ejemplo. Y venían a la consulta en vez de conversar con él", relata.

Pese a sus dones, Annie también debe lidiar con los problemas de una vida cotidiana, algo muy de este mundo. Desde un grupo de traviesos perros, hasta las situaciones que toda madre de tres niños debe enfrentar.

"Mi marido es geólogo. El me apoya mucho, aunque lo suyo son las piedras, las rocas y el cobre, más que lo que yo hago", dice sonriendo.

En los estantes de la biblioteca de su oficina, puede verse la dualidad de la pareja. Mientras en uno de los estantes guarda una colección de Jodorowsky y algunas enciclopedias sobre flores, en el otro se observan diccionarios y un muestrario de minerales.

En su hogar, bastante retirado del bullicio de las calles de Arica, Annie mantiene la armonía entre su vida terrenal y el otro plano, uno espiritual, etéreo y casi siempre, incomprendido.

"En Arica, mucha gente llega buscando ayuda de diversas terapias. Es algo muy común. Las limpiezas, por ejemplo, son muy solicitadas, porque se hacen muchos trabajos de magia negra", comenta.

Pero, explica Annie, estas terapias no son mágicas. Requieren tiempo, paciencia y buena disposición.

"A veces llega la gente preguntando o exigiendo que la sane, pero no soy curandera. En algunas oportunidades, después de una conversación, uno puede darse cuenta de que necesitan un psicólogo u otro tipo de ayuda", indica.

Algunos metros más allá, una pequeña habitación redonda es el lugar en el que Annie trabaja con su especialidad, la terapia de las vidas pasadas.

Un cómodo sillón recibe a quien desee encontrar respuestas que no están en el presente. Una serie de objetos que ayudan a Annie en su misión se encuentran en una mesita cercana.

Sin embargo, dos objetos dan cuenta de la seriedad del trabajo. Se trata de certificados de diplomados sobre el tema. Es la mejor muestra de que los dos mundos de Annie se encuentran trabajando en plena armonía. J