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Empaque, el trabajo más flexible para los universitarios

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Con una sonrisa en el rostro sin importar lo preocupada que pueda estar por los exámenes o por juntar algunas monedas para pagar fotocopias, Yocelyn Vargas se dedica a empacar los víveres que compran los clientes del Supermercado Santa Isabel en 21 de Mayo.

A veces puede ser uno o dos productos, pero en otras ocasiones, como normalmente sucede a fin de mes, son decenas de productos que debe embalar en las bolsas prácticas que brinda el supermercado. "A veces cuando se acaban la gente se enoja con uno, pero no es nuestra culpa porque el local las tiene que entregar", explicó Yocelyn Vargas.

La vida universitaria además de adquirir un sinnúmero de nuevos conocimientos, también significa incurrir en una cantidad de gastos que van desde el transporte, fotocopias, matrícula y si el estudiante es de otra región, además debe financiar el arriendo o pensión.

Frente a este panorama, el horario universitario diurno no deja muchas opciones de empleo, por lo que la mayoría de los jóvenes accede a trabajar de empaque en los supermercados, debido a su flexibilidad de turnos que hace compatible sus estudios con la generación de dinero para sus necesidades universitarias.

Hace dos años Yocelyn trabaja como empaque, el cual le sirve para costear su transporte, sus guías y sus gastos personales.

"Este es un trabajo flexible porque es sobre la base de turnos de tres horas y media, con una remuneración de entre siete mil y ocho mil pesos. Igual depende del día, de la hora y de la cantidad de gente que entra al local porque nosotros ganamos por propina. Nosotros prestamos el servicio al supermercado de empaquetar, pero más allá de eso, ellos no nos dan nada", explicó la estudiante de cuarto año de enfermería de la Universidad de Tarapacá.

Para ser un trabajo de horario reducido, la remuneración es buena, pero depende en un 100% de la voluntad de la gente.

Al recibir diariamente monedas, depende de la capacidad de ahorro de cada uno, el poder juntar grandes montos de dinero a fin de mes para gastos mayores como lo es la mensualidad, por ejemplo.

"Es una gran ayuda porque además de ser todos universitarios, algunos son madres y padres o tienen que mantener su casa", comentó Yocelyn.

Yocelyn comentó que el trato de la gente hacia los empaques es, por lo general bueno, pero hay casos aislados. "Hay clientes que han tenido un mal día y se desquitan con nosotros o con la cajera. Uno tiene que agachar el moño nomás porque no te puedes poner a discutir con un cliente, pero en general la gente es amable. Aunque hay clientes que retiran su bolsa y se van, mientras que otros siempre dan 100 ó 200 pesos. Nosotros no ponemos una tarifa, recibimos lo que el cliente nos quiera dar".

La joven confesó que a pesar de los aislados incidentes, el ambiente laboral es agradable, ya que entre sus compañeros tienen temas e intereses en común al ser todos de una edad similar y estar todos en el proceso de la educación superior.

La joven agregó que hay gente que cree que el supermercado les da un sueldo, pero no es así. "Nosotros no tenemos baño, nosotros debemos ver nuestros horarios y la forma donde tener nuestra colación".

Constanza Huaranca, estudiante de tercer año de sicología en la UTA, quien trabaja junto a Yocelyn, comentó que a veces la gente no entiende que ese es su trabajo.

"Aunque no tengamos un sueldo fijo, nosotros estamos trabajando, no vamos a perder el tiempo. Todos somos universitarios y tenemos el tiempo reducido. Nos gustaría que la gente entienda que no andamos mendigando", explicó Constanza.

Esto se suma a que los jóvenes no poseen seguro en casa de accidentes o maltrato. "Si alguien nos insulta, nos pega o nos roba, no podemos hacer nada. Nosotros vamos a dejar las bolsas a los autos y algunos hemos ido hasta a las casas porque no nos podemos negar y en ese trayecto si pasa algo nadie responderá", manifestó la estudiante de sicología.

Los clientes le entregan a los empaquetadores diferentes monedas, chilenas, peruanas, incluso bolivianos. Así como hay gente amable hay quienes son desagradables.

"A mí me han tirado monedas de un peso y se van, pero hubo un caballera, del cual estoy muy agradecida porque después de que le llevé sus bolsas al estacionamiento me dio un billete de 10 mil pesos, los cuales me sirvieron mucho", explicó la futura sicóloga.

A pesar de aquellos casos, las estudiantes indicaron que siempre están con la disposición de tratar bien a los clientes, de forma educada y agradable. "Una sonrisa puede alegrarle el día a alguien", expresó Yocelyn.

Al ser todos los jóvenes universitarios con una especialidad en particular, también han colaborado desinteresadamente en ocasiones donde se necesita a alguien con sus conocimientos.

En situaciones de emergencia como terremotos han ayudado a evacuar a la gente por las escaleras estáticas, evitando que se formen aglomeraciones.

Cuando han ocurrido accidentes, los estudiantes del área de la salud asisten a las personas.

En ocasiones en que llegan turistas extranjeros a las cajas, los estudiantes de pedagogía en inglés ayudan a la comunicación. "Hay un niño que ya es oficial en esos casos porque siempre brinda su ayuda", comentó Yocelyn, entre risas, mientras terminaba su turno.

Las jóvenes manifestaron que a pesar de trabajar con bolsas de plástico, las cuales tardan 150 años en degradarse, están conscientes del cuidado del medio ambiente y tratan de difundirlo a la gente.

"A veces nos piden tres bolsas para el pan o que les regalemos hasta 10 bolsas y nosotros no podemos negarnos, pero cuando faltan a nosotros nos retan", dijo Constanza.

La joven explicó que poco a poco ha ido aumentando la gente que es más consciente y que lleva su bolsa ecológica. "Nosotros los ayudamos a guardar sus víveres allí".

Yocelyn comentó que han tenido varios compañeros de otras regiones, muchos estudiaban tecnología médica y venían de Antofagasta o regiones más al sur. "Ellos trabajaban para pagar la pensión y la matrícula, por lo que su trabajo era significativo. Ahora ellos egresaron y se fueron a ejercer a sus regiones, pero mientras estuvieron acá era importante el trabajo para ellos porque estaban fuera de su ciudad y nosotros eran como su familia, nos veíamos todos los días". J