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Chapu: El entrenador al que los buenos siguen hace 37 años

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Su nombre de pila no dice mucho a la mayoría de las personas relacionadas al mundo del atletismo. Dice que si alguien va al estadio preguntando por Miguel, posiblemente nadie pueda darle una respuesta segura.

"Yo soy el Chapu para todos, ya me acostumbré. Pero si vamos a competencias en otro lado, los niños se ubican y me dicen profe, aunque me suena un poco raro", dice.

Risueño, bajito y de movimientos lentos, sin conocerlo pocos se imaginan lo ligada que está su vida al atletismo y lo importante que ha sido para cientos de niños, jóvenes y adultos deportistas.

Tantos años de experiencia en el entrenamiento deportivo han dado al Chapu un ojo totalmente certero cuando se trata de definir el deporte apropiado para cada entusiasta.

Es por eso que apenas alguien se acerca a él , interesado en entrar al mundo del atletismo, le pide que realice algunos movimientos aparentemente inconexos. Bastan un par de saltos pequeños, un trote suave y una ojeada a su complexión para que el Chapu sepa exactamente hacia dónde dirigir los esfuerzos.

"Después de tantos años, uno aprende a ver esas cosas. Hay que fijarse en la forma de trotar, ver cómo salta y cómo se mueve una persona para saber si es lanzador, fondista o si es mejor que haga saltos", cuenta muy seguro.

Explica que existen tests muy avanzados para determinar cuál es el deporte indicado para cada persona. "Pero no tenemos esa tecnología. Así que me fijo bien, aunque a veces también una persona puede partir con un deporte y después cambiar", advierte.

Sin embargo, no sólo entrena a principiantes. También ha recorrido diversas pistas acompañado a atletas. "Ahora estoy con algunas personas que se preparan para participar a nivel competitivo, como el "Corvacho" y la Juanita, que están en carrera con vallas y en los 800 y 1500 metros, respectivamente. Ellos tienen lugares federados", cuenta con orgullo.

Sabe muy bien que a los deportistas hay que cuidarlos, pero esta es una carrera que él no corre solo.

"Igual soy muy agradecido de personas que me ayudan con los niños, como el administrador de la Piscina Olímpica, que facilita la sala de pesas, o los del gimnasio Sportakus. También Daniel, el kinesiólogo, nos ayuda con los niños", cuenta.

Sabe que en Chile dedicarse al deporte no es una tarea sencilla y se necesitan muchas manos que ayuden, además del tesón y la entrega de los entrenadores que, como él, impulsan a los deportistas a seguir, pese a todos los obstáculos del camino. "En el estadio, por ejemplo, los hermanos Araya hace 12 años que están con Guido, su entrenador. Eso es algo muy difícil de conseguir, pero lo lograron", afirma. Hay carreras que no pueden ganarse si sólo uno llega a la meta.

Pero además de los jóvenes atletas, también ha entrenado a ligas senior. Y la experiencia de los años también tiene algo que decir en el atletismo. "Para trabajar con ellos hay que tener paciencia, porque no son lolos a los que uno les dice qué hacer y ya. Se tratan de otra manera".

Sin embargo, la paciencia rinde frutos. Y la tozudez de los senior tiene un lado bastante admirable. "Cuando entrenan, se levantan a las 5 de la mañana para salir a correr antes de ir a trabajar. Son bien aplicados en ese sentido y si quieren hacerlo, lo hacen", dice riéndose.

Pero no es el único grupo que tiene su admiración. Durante las mañanas, también trabaja con la Ocaem, la Agrupación Comunitaria de Ayuda al Enfermo Mental Crónico.

Sus "niños", como cariñosamente también les llama, tienen 30 ó 40 años. El Chapu sabe que no ganarán medallas ni torneos, pero que necesitan el deporte tanto como cualquiera. "Es un trabajo muy bonito. Hacemos ejercicios especiales y se sienten mucho mejor. Me alegra mucho", dice emocionado.

También ha trabajado con jóvenes con problemas de adicción. "También es un trabajo lindo, aunque a veces es un poco triste. Pero es necesario", cuenta.

En los casi 40 años que el Chapu lleva como entrenador, ha engrosado un currículum que aborda variados cursos y diplomados.

Tiene títulos certificados a nivel internacional, además de haber trabajado con incontables instituciones deportivas. Sin embargo, poco han logrado apartarlo de la pasión que le genera recibir a quienes quieren iniciarse en el deporte.

"Al principio, cuando llegan niñitos chicos, se les hace una iniciación deportiva y pasan por todas las pruebas. Hacen saltos, lanzamientos, fondo, de todo. Puede que empiecen por patear una pelota, pero después terminan lanzando jabalinas. Depende de la persona", explica.

Lo importante para él es que la gente se acerque al estadio y se ponga en movimiento. "Todos pueden ir, aunque no hayan ido nunca. Es cosa de probar", cuenta.

Y pese a jamás haber competido en una carrera o pelear por un trofeo, sí muestra, orgulloso, sus medallas. Reconocimiento que diversas autoridades, a lo largo de los años, le han entregado por su dedicada y desinteresada labor de hacer del atletismo una tierra donde todos son bienvenidos.

Sin embargo, entre los saludos protocolares, un pequeño galvano ocupa un lugar especial en su pared. Se trata de un rectángulo burdeos, de unos 20 centímetros de alto. En el centro, una sencilla medalla circular luce hace años.

Es una forma de agradecimiento por su tarea en la formación de incontables lanzadores, corredores y deportistas.

El galvano, entregado al Chapu a fines de los años 80, no le fue otorgado por autoridades de cuello y corbata. Lo firman atletas, dirigentes y amigos. De esos que el Chapu ha cosechado a lo largo de toda su vida.

Con sólo ver crecer y formarse a nuevos atletas y entregar su amor al deporte, el Chapu, siente que ha ganado todas las carreras, aunque no haya corrido en ninguna de ellas. J