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Charlatanes y temblores

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Desde que nacemos, sabemos que vamos a tener que convivir siempre con temblores y terremotos y todos los problemas que traen consigo. Entremos al área chica: todos los días tiembla, los sismógrafos acusan grandes cantidades de sismos, que en su gran mayoría no nos damos ni cuenta... sigamos; hasta el día de hoy, a pesar de todos los esfuerzos humanos y tecnológicos no es posible saber con certeza cuándo y dónde ocurrirá un temblor o un terremoto, lo repito, no es posible.

Lo anterior no es menor, considerando que debe ser uno de los pocos eventos de la naturaleza en que el hombre no ha podido encontrar las ecuaciones matemáticas para determinar su comportamiento.

Sigamos, con todo el bagaje de conocimientos que cada chileno tiene del convivir con temblores y terremotos, desde los expertos con estudios académicos hasta el que tiene solo conocimientos empíricos, que deberían permitirnos ser un foco importante de conocimientos y experiencias para el mundo entero en estas materias, por todo lo anterior y otras causas más, no es posible que cualquier extranjero, sin ninguna preparación demostrada, en nuestra TV abierta, con el aval de algunos chilenos, vengan a hablarnos de predecir terremotos, estas charlatanerías son sin ningún respaldo científico ( desde hace más de un año expertos chilenos esperan sus publicaciones ) a cambio de rating mañanero, amerita ser estudiado por nuestro CNTV

Los brasileños si de algo saben mucho es de fútbol y de carnaval, pero en temblores los maestros somos nosotros…¡Por Favor!.

Luis Enrique Soler

Ley de propinas

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Este martes 4 de marzo entró en vigencia la ley de propinas que sugiere el 10% del monto total de la boleta en los restaurantes.

Encuentro que es injusto que esta ley se refiera solamente a los restaurantes; ya que el mismo sueldo (el mínimo) también lo tienen los bomberos de las bencineras y los empaquetadores de los supermercados.

Digo esto, ya que yo trabajo en una bencinera como administrativo y mis compañeros que trabajan en la isla, me comentan que a veces se esmeran tanto en limpiar hasta los vidrios traseros a los clientes y estos ni siquiera dan las gracias.

Pero si veo como en los semáforos a los jóvenes que limpian los parabrisas, en donde sabemos a donde va a parar este dinero; sí se tiene complacencia.

Nuestra cultura todavía no está preparada para este cambio en lo que a generosidad se refiere.

Bernardo Oliva M.