No sólo se levantó desde su tumba, también se inventó un oficio genial.
En realidad, la barba crecida de una semana y las cejas abundantes de un intelectual sesentón, le dan a Renato un aspecto de un hombre de 31 años, pero en verdad, él sólo tiene ocho.
Aunque al nacer -un 24 de febrero de 1982- sus padres lo bautizaron como Waldo, su vida actual comenzó hace pocos años, cuando un milagro lo trajo de vuelta a la vida, luego de "morir" en un quirófano por causa de una sobredosis de anestesia.
Renato es hijo único del segundo matrimonio de su madre. Antes, ella tuvo tres hijas, todas ya viviendo aparte. "Soy ariqueño, 75 por ciento chileno y 25 por ciento made in USA, porque mi prótesis es de Estados Unidos; nací con malformaciones congénitas múltiples; aparte de mi labio leporino, nací con el fémur corto, como trutro de pollo; mis piernas estaban malformadas, además tenía hidrocefalia y cardiopatía congénita", lo cuenta con el mismo humor que le ha permitido sobreponerse a mil desventuras.
Renato pasó gran parte de su infancia en la Teletón. "En esos años aún no llegaba la Teletón a Arica, así es que mi madre se aventuró por las suyas y me llevó a Antofagasta; después surgió la idea de que fuéramos a la Teletón de Santiago, y ahí me quedé cerca de ocho meses con una familia tutora, mientras tanto mi mamá viajaba a ver a mis hermanas; hasta que la trasladaron a una fábrica textil en Santiago, donde pudo seguir trabajando".
Fue la época de la prótesis y del kínder. "En ese tiempo me amputaron los dedos del pie para poder instalarme la prótesis… el médico me dijo 'tú vas a poder jugar fútbol