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Nombre: Matías Álvarez Profesión: Hombre bala

Todos los días, este joven de 23 años se mete dentro de un cañón de 5 metros de largo y sale disparado al cielo, con la esperanza de aterrizar sobre una red.

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l Daniel Lobos O.

Para Matías Álvarez, un día de trabajo cualquier empieza más o menos así: al llegar a la pega, se enfunda en un ajustado traje blanco, se pone un caso y se sube a un camión al que está acoplado un cañón. Con toda tranquilidad, se mete dentro del tubo y es literal mente disparado por los aires, recorriendo una distancia aproximada de 5 metros. Para finalizar, cae sobre una red que le salva la vida, se baja con cuidado, recibe el aplauso del público y se prepara para el próximo disparo.

El "hombre bala" tiene 23 años y hace uno se dedica a este singular y osado trabajo, en el "American Circus".

Pero Matías no siempre se lanzó desde un cañón. A diferencia de muchos de los trabajadores del circo, él llevó una vida "normal" durante toda su infancia.

Antes de convertirse en el "hombre bala", Matías incluso se planteó la idea de estudiar Derecho y transformarse en un abogado, pero las luces y el escenario los sedujeron y se puso a estudiar teatro.

"No quiero ponerme un traje, no quiero cumplir horarios de oficina.,, Aquí cumplo con mis horarios, pero para mí esto no es un trabajo, ya que puedo divertir a la gente y divertirme yo", dice.

A pesar de que su vida ha sido más convencional que la de otros artistas circenses, dice que siempre ha estado relacionado con el espectáculo, ya que su padre es un conocido empresario de este rubro. Por lo mismo, no fue difícil para Matías comprender la rutina de trabajo y el estilo de vida que se desarrolla dentro de una carpa.

Lanzarse desde un camión a más de tres metros de altura no es tarea fácil para nadie. El "hombre bala" reconoce que este número ha sido uno de los más difíciles de su carrera.

"Las primeras veces no me tiré, me quedé adentro y miraba, miraba, miraba... Definitivamente no estaba preparado", confiesa.

Los primeros ensayos de este número se realizaron en el campo, en un terreno abierto, para evitar así cualquier tipo de accidente que producido por la inexperiencia. "Cuando yo estaba ensayando, las primeras veces veía un punto en el horizonte, entonces yo no sabía dónde iba a caer y eso de alguna forma era lo que más me atemorizaba, no saber si estaba todo bien. Pero cuando uno escucha la cuenta regresiva, ya no hay nada que hacer y sólo queda lanzarse", explica.

Antes de prender la mecha en el cañón del circo, Matías tuvo que pasar por una preparación previa. Por ejemplo, en cuanto al físico. A Matías lo ayudó el hecho de que, antes de realizar este arriesgado número, practicaba regularmente gimnasia, lo que le ha permitido tener la musculatura necesaria para ser lanzado por los aires.

Álvarez reconoce que con cada lanzamiento siente menos temor y ahora ya no se preocupa de lo que puede pasar al final del acto, sino de qué pirueta hacer mientras está en el aire.

"La técnica que uso es tratar de no pensar mucho, y tratar de pensar más en el vuelo porque ahí empiezan los 'qué hice