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Música chilena en las radios

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Nuestros nefastos senadores al rechazar la idea de legislar el proyecto que fija un mínimo de 20% de música chilena en las radios han permitido, con toda calma, que nuevamente se retroceda en materia cultural. Como es de costumbre vuelve a ganar el mercado concentrado en las manos de unos pocos y vuelve a perder la Libertad. Esta decisión tiene muchas consecuencias negativas en nuestro mercado musical nacional, pero además, atenta contra nuestra capacidad -como individuos- de elegir libremente sobre la base de nuestra voluntad. Existe una interferencia de parte de nuestros legisladores y grupos radiales que inhibe y distorsiona la competencia, nuestras preferencias y en consecuencia el consumo musical. Cuando ARCHI nos dice que hay que "fomentar y difundir" y "no imponer" la música chilena, simplemente están defendiendo el ejercicio arbitrario del monopolio donde evitan, conforme a su deseo, la promoción y el impulso de la producción musical chilena. Es decir, estamos frente a una contradicción insalvable donde, justamente, el discurso de esta institución no se corresponde con los hechos. Lo que tenemos es una concentración del poder -enemiga de la libertad- que vulnera la honorabilidad de las personas en tanto agentes libres.

Nicolás Burotto Ravanal

Salida al mar a Bolivia

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He escuchado en Arica algunas voces expresando

un moderado grado de apoyo para la eventual concesión a Bolivia, de parte de Chile, de un corredor soberano al océano. Pero no estoy seguro de que esas opiniones estén basadas en un análisis cabal de las consecuencias para los ciudadanos ariqueños de un corredor boliviano, pegado a la frontera con el Perú. Si concediera Chile una franja a Bolivia, ¿qué haría Bolivia con su esa? Seguramente, construiría una carretera, a la cual se transferirán los camiones bolivianos que actualmente transitan por la CH-11, y en cuyo mejoramiento ha invertido Chile cuantiosas sumas, sin cobrar un centavo por su uso. El Ferrocarril de Arica a La Paz, construido por Chile y en cuya reciente rehabilitación se ha invertido unos US$50 millones, quedaría sin perspectivas de tráfico.

Luego, donde la franja se encontrara con el mar, Bolivia construiría una nueva ciudad portuaria para atender su comercio internacional, quitando del terminal de Arica un 85% de su carga. Los turistas bolivianos, que nos favorecen con sus visitas cada invierno altiplánico, seguramente optarían, en lugar, por las playas cercanas a esa nueva ciudad boliviana.

Para Arica, la consecuencia sería una recesión económica de proporciones significativas y, en gran medida, a Arica le habría quitado una gran parte de su raison d'être.

Ian Thomson N.,

economista de transporte