Cómo educar a nuestros hijos sin perder la paciencia y sin gritos
Según un estudio de la Escuela Simmons de Trabajo Social de Boston (EE. UU.), gritar a los niños daña su personalidad y seguridad, y puede producir problemas en su salud mental, depresión y abuso de alcohol durante la adolescencia.
A tu hijo, oírte gritar le perturba. Si convertimos estas reacciones en algo habitual, él asociará el cumplimiento de las normas con el miedo. Con otro riesgo asociado: se asustará tanto de nuestras salidas de tono que acabará separándose y nos verá como una persona autoritaria, distante y lejana.
Pero esto no es todo. Cuando no nos controlamos, el mensaje pierde efectividad. El niño no nos ve como una figura de autoridad; al contrario. Los niños tienen mucha capacidad de observación y se dan cuenta de que estas reacciones se deben más a problemas de los adultos que a su propio comportamiento. J