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Chilenos y peruanos recuerdan historias del plebiscito de 1929 que nunca se realizó

Ya habían pasado los 10 años fijados por el Tratado de Ancón y la población debía decidir a qué país pertenecer. Ariqueños y tacneños cuentan cómo vivieron esos tensos días. Después de la fallida consulta, se impuso la reconciliación y la integración entre ambas ciudades.

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Tras pasar por un clima de expectación en Arica por la resolución del fallo de La Haya respecto a la demanda marítima de Perú, la hermandad y buenas relaciones con Tacna vuelven a su normalidad.

Pero no es primera vez en la historia de ambas ciudades hermanas, Arica y Tacna, en que se vive un momento tenso entre sus ciudadanos con conflictos políticos y limítrofes.

Hace más de 80 años, cuando chilenos y peruanos esperaban un plebiscito que nunca se realizó también se vivieron momentos críticos entre ambas ciudades que una vez superados abrieron las puertas de la integración.

Tres adultos mayores que vivieron la época de tensión entre Perú y Chile, desempolvaron entre sus recuerdos, la historia de Arica y Tacna, allá por el año 1929.

A sus 94 años, Juanita Liendo recuerda perfectamente cómo eran los alrededores de su casa cuando era niña y también cómo eran las personas de aquella época.

El año 1929 Juanita tenía apenas 8 años. En esa época, los chilenos que vivían en la ciudad de Tacna debieron retornar a Arica como medida provisoria al tratado.

"Varios niños corrimos a ver como partían en el tren. Unos lloraban, otros reían y otros solo cantaban más o menos así: 'Adiós muchachos, compañeros, barra de aquellos tiempos, ya se acabó la batalla de mi vida'. Sin embargo, algunos se quedaron escondidos en Tacna porque estaban enamorados de peruanas, se casaron y tuvieron hijos.", comentó Juanita, desde la vecina ciudad.

La integrante de la Sociedad de las ex Plebiscitarias de Tacna recordó que vivía cerca de la estación del tren, pero en ese entonces había en su mayoría chacras (parcelas). "Los chilenos que vivían por ahí eran buenas personas; mi abuelo los atendía bien. Ellos trabajaban ahí y para el año nuevo los invitaba a comer, mataba un chancho y lo colgaba en la parra".

Desde entonces, Juanita compartía con chilenos y al pasar de los años le tomó gran cariño a Arica. En la actualidad tiene grandes amigas que hacen que los recelos de la época, sean algo del pasado.

Liberio Leiva Salinas, quien orgullosamente es hijo de José Santos Leiva Pacheco, un veterano de la Guerra del Pacífico, tenía 10 años cuando ocurrió el proceso de anexión de Arica a Chile.

"En esa época nosotros nos criamos en el barrio matadero, en General Lagos con Esperanza. Nos dábamos cuenta que algo pasaba por las reuniones gubernamentales que se hacían en el Hotel la Perla del Pacífico", recordó con una exactitud que demuestra que los años han pasado sólo por su cuerpo, pero no por su mente.

"Si los peruanos hubieran insistido en el plebiscito, ellos hubieran salido ganando porque la mayoría de acá eran peruanos o descendientes de peruanos. Al no tener dinero para la indemnización acordaron quedarse sólo con una ciudad. Los pocos chilenos que vivían acá estaban porque se quedaron desde la Guerra del Pacífico y otros mandados por el gobierno para hacer soberanía", comentó con seguridad.

Durante el día, en la ciudad no se lograba percibir la tensión entre quienes exigían el plebiscito, pero por la noche, Liberio escuchaba las peleas a sangre entre chilenos y peruanos.

Modesto Mena Mamani fue un ciudadano que luchó por conservar su nacionalidad peruana y sus tierras en Ticnámar durante aquella época. Su nieto, Óscar Mena, se emociona al borde de las lágrimas al hablar de su abuelo, el cual es recordado como un héroe por pobladores de las localidades rurales de la región, quienes debieron ser chilenos a la fuerza.

Por medio de cartas, su diario de vida y una serie de documentos, además de las historias que escuchó de boca de Modesto, Óscar ha reconstruido la historia de su abuelo en un libro.

"A él lo iban a fusilar y se arrancó a Bolivia. Allá agrupó a todos los peruanos residentes para que se vinieran a votar a Arica para el plebiscito. Modesto era un indígena originario de la zona de Ticnámar y vivió toda su vida allá, hasta que tuvo que arrancar. Fue considerado extranjero en su propia tierra", comentó alegre por compartir la historia de su abuelo.

Óscar recordó la escalofriante historia sobre el hijo de su abuelo: "En la época en que Modesto arrancó a Bolivia, la policía hizo desaparecer a su hijo. A los años apareció sólo el esqueleto en Timalchaca y lo reconocieron por el poncho y las ojotas. No estaba la cabeza".

Cuando se regularizó la situación entre ambos países, Modesto retornó a su pueblo, pero encontró que muchas costumbres se fueron perdiendo porque se impuso la chilenización en la población peruana, "no se podía bailar huayno, por ejemplo". Sin embargo, el abuelo de Óscar fue el único en Ticnámar en conservar su nacionalidad y murió siendo peruano "Él sufrió mucho por defender su nacionalidad", concluyó lleno de orgullo y aguantando el llanto.

Los entrevistados coinciden que recordar la historia de un pueblo dividido por nacionalismos, con hechos de sangre debe ser el aprendizaje para construir una mejor nación sobre la base de la integración y la razón para que estos hechos no se vuelvan a repetir. J