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El golazo de los Incas: Perú y Chile unidos por la pelota

A un día del Fallo de La Haya, el fútbol da una lección: esta es la historia del primer equipo de peruanos que jugará en la Tercera División de Chile.

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Señoras y señores, con honda emoción, comunicamos que el martes, cerca de las trece horas, ocurrió un hecho histórico en un entrenamiento de fútbol. Ocurrió en la comuna de Independencia en Santiago, en el estadio comunal. Ahí, en plena cancha, y mientras diecisiete peruanos y trece chilenos inventaban jugadas y transpiraban de forma bilateral, ingresó un señor con el rostro alucinado y dio un grito:

-¡Ya somos un club legal! ¡Tenemos RUT!- apuntó, en éxtasis, Cristián Lee Chong.

-¿Qué quiere decir?- preguntó, con temblores, el licenciado peruano Edgar Cornejo, entrenador del grupo.

-¡Que oficialmente ya somos Incas del Sur, el primer club peruano de la Tercera División de Chile!

Eeeeee, gritó el plantel. Eeeeee, gritó el señor Lee Chong. El entrenador se hizo a un lado porque sufrió un colapso emotivo. Se agachó y enjugó una lágrima de hombre. Alguien lo puso de pie: ¡Vamos, profesor Cornejo, que lo hemos logrado, pe! De inmediato, sin reflexiones, el volante Richard Jaramillo, oriundo de Trujillo, inventó un cántico naif: "¡Incas-del-Sur, Incas-del-Sur!". El plantel se unió al canto y luego, juntos, treinta jóvenes de entre 16 y 24 años, dieron un aullido salvaje: "¡¡Iiiiincaaaasss!!".

Y ahí, señores, contemplamos fijamente el milagro de la pelota: al fútbol chileno se integra, a partir de abril (cuando se inicie el torneo), un equipo de peruanos hábiles y el primer equipo de esta colonia futbolizada. Serán locales en la comuna de Independencia, el epicentro de la peruanidad. Así, en estos días de tensión fronteriza, queda claro que lo que la política pone en conflicto, el fútbol lo vuelve a integrar. Lo señaló, ya repuesto y limpiando la emoción con el codo, el profesor Cornejo:

-¡A este pasto no entra el Tribunal de La Haya!

-¡¡Nooooooo!!

El profesor Cornejo se emociona porque hace ocho meses él, un limeño aspirante a caudillo, inició todo. Se juntó con el cónsul de Perú, Alejandro Riveros, y le propuso montar una escuela de fútbol peruano. El cónsul sugirió una idea superior: "Edgar, mire, ha llegado la hora de que los peruanos tengamos un club en serio". "¿Cómo, pe?", dijo Edgar. "Escriba un proyectazo", ordenó el cónsul. Edgar Cornejo lo redactó en tres meses, lo presentó, y el cónsul lo aprobó en seis minutos.

Luego Edgar se enfrentó con valentía a la burocracia y salió ileso. Se juntó con empresarios peruanos y les pidió quince millones de pesos. Se juntó con el alcalde de Independencia y le pidió una cancha de pasto. Se juntó con autoridades de la ANFA (Asociación Nacional de Fútbol Amateur) y les pidió una oportunidad. Se juntó con jóvenes peruanos pobres y les pidió un buen estado físico.

En las reuniones empleó este tipo de frases: "No venimos a participar, venimos a ganar". O: "La colonia no quiere jóvenes drogadictos, quiere jóvenes goleadores". O el célebre llamado a la paz: "Seremos los Incas del Sur y no nos interesa la guerra, sino el marcador". Y lo logró. Y por eso, ya en la cancha, nadie menciona que Perú y Chile están peleando por un fragmento de mar.

Durante ese entrenamiento histórico del martes, el equipo peruano mezcló el elegante toque incaico con la agresividad del joven chileno. Edgar piensa que esa mixtura los llevará a la gloria: calcula que en cinco años jugarán en Primera A. En cinco años se dará el clásico nativo: el equipo mapuche de Colo Colo se enfrentará a Incas del Sur.

-¡Toque, toque, toque, tac, tac, tac! ¡No quiero pavos aquí!- gritó Edgar el martes. Y los jóvenes corrían.

-¡Que se vaya al carajo!

-¡Que se vaya al carajo!

-¡Al doble carajo!

Y nos internamos en la cancha e interrogamos al veloz delantero Billy Reynoso Prado sobre las relaciones bilaterales. El jugador alzó los hombros: "No me va, pe". O dijo: "Yo hice la enseñanza básica en el Perú y la media en Chile". ¿Y quién fue el héroe de la Guerra del Pacífico, Billy? "En Perú, Miguel Grau; en Chile, el señor Prat", respondió. ¿Y el pisco de quién es? "De los borrachos, hermano", dijo. ¿Y la papa es peruana o chilena? "Que lo diga mi estómago".

Luego vino el joven Juan Cárdenas Morrillos, volante de contención, y se le consultó por el conflicto marítimo: "Para mí el mar no tiene nación". Preguntamos después al defensa Matías Berríos: ¿De qué país son los peces? "De la naturaleza, señor". Así parece que ven la vida en Incas del Sur. No hay rabia ni mapas. Para lo único que importan las relaciones bilaterales es para armar una buena pared en el borde del área.

El primer club peruano del fútbol chileno lucirá camiseta roja y blanca. Jugarán al ataque. Y cuando sean locales donarán ceviche a los espectadores. Hay, eso sí, un detalle que estaría obstaculizando el arranque. Tiene relación con el plantel y sus pasaportes. Ese martes para la historia lo comunicó a los jugadores el dirigente Cristián Lee Chong:

-Muchachos, como dije, ya tenemos RUT, ya somos un club…

-¡Eeeee!

-Hay una cosita que podría ser una dificultad, pero no lo creo…

-¿Qué pasa, señor?- gritaron unos jugadores peruanos.

-Muchachos, por una cosa de reglamento, todos ustedes deben nacionalizarse chilenos…

Se produjo un extraño silencio. Apreciamos rostros impactados porque atrás quedaba la patria de origen. Pero, pasados unos segundos, de a poco, los jugadores volvieron al entusiasmo: "Que se haga, maestro, nos nacionalizamos". "Síííí", corearon otros. Y, acto seguido, volvieron a la cancha a planear una jugada nueva. Sucede que para los jugadores de fútbol la única patria es el gol. Y la unión es la base del deporte. No se diga más: abramos las botellas de pisco unitario y celebremos. El imperio inca ha vuelto a vivir. Y, por suerte, lo ha hecho en Chile. J