Vocación de servicio
Salir a comer, una actividad cada día más frecuente para los ariqueños por diversos motivos como falta de tiempo o ganas para cocinar, diversión, turnos largos de trabajo, celebraciones, etc. Cualquier razón que nos lleve a "comer afuera" como le llamamos, es una experiencia que sí o sí debe ser buena.
Independiente del tipo de comida, precio y su calidad, hoy me voy a referir a la importancia de un buen servicio de comedor, específicamente al trabajo que realizan los garzones (as) y maîtres quienes son la cara visible y la primera impresión que se lleva el cliente del restaurante.
La clave es no olvidar que aquella persona que viene entrando por la puerta desea pasar un buen momento mientras come, quiere ser atendido y reconocido por quienes dan el servicio. En primer lugar (y me pongo como ejemplo) debo hacer contacto visual con él o ella, que sienta que fue visto y pronto será atendido. Idealmente un anfitrión (a) recibe a quien entra y lo guía a su mesa si tiene reserva o le busca una amablemente. Con ese primer paso el cliente ya se siente importante, nada peor que entrar y sentarse sin que nadie se percate de ello.
El garzón que a continuación le ofrece para beber y la carta, se presenta y le deja claro que él lo va a atender. Los pasos posteriores son clave para lograr una venta exitosa y la confianza del cliente, debo guiarlo, sugerir platos destacados, ofrecer vinos de acompañamiento y postres al finalizar, estar atentos a sus movimientos, preguntar de vez en cuando si está todo bien y en general presentar una actitud servicial y amable.
Una mala atención puede cambiar la disposición del cliente, hacerlo enojar y nunca más volver, una buena atención puede hacer sentir a alguien que viene triste o enojado, que por lo menos en ese lugar todo saldrá bien.
Basta con ser empático y no juzgar al cliente por su ropa, sexo o edad para ganar la confianza y poder ser un buen "vendedor de comidas".