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Los adultos mayores que la llevan en las alturas

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En Putre, capital de la provincia de Parinacota, el aire es delgado y los colores son fuertes. Los habitantes se conocen entre sí y tienen por costumbre saludarse con un apretón de manos y una leve inclinación.

Custodiado por volcanes de cimas nevadas y en medio de un pasaje empedrado se encuentra el minimarket "La Putreña", bajo el mando de Balbina Gutiérrez, oriunda de la zona y con más de una historia que contar.

Pero con seguridad, las que reflejan con mayores bríos la historia de este pueblo son las que tiene con los "Payachatas", la agrupación folclórica del club del adulto mayor de Putre.

Una de las últimas funciones que realizó este grupo fue en la Municipalidad de Putre. En ella, las autoridades y los asistentes fueron testigos de cómo, a través de la danza y la música, un acto tan cotidiano como es sembrar cobró el peso de cientos de años de tradición.

El "Pachallampe" es un baile en el que, poéticamente, se narra como transcurre una siembra de papas. La tierra es arada y cubierta de semillas, mientras que el patrón vigila que todo se mantenga en orden, portando una cuerda en caso de que esto no ocurra.

Herramientas, cantos y baile. Es la forma que encontró este pueblo de pedir una buena cosecha.

Pese a que la presentación sacó aplausos, Balbina al día siguiente presentó sus reparos.

"Tuvimos un problema porque esa no era la música que correspondía. Tenemos otra, que es más rápida y que cantamos todos", explicó.

El problema fue que el CD que entregaron no funcionó y debieron cambiar la canción. Pero los Payachatas, al igual que los volcanes que les dieron el nombre, se mantienen erguidos. Y lograron salir del paso.

"Ese día nos avisaron con poquito tiempo. Así que tuvimos que preparar todo muy rápido. Pero hemos practicado mucho y podemos hacerlo muy rápido", cuenta Balbina.

Como ejemplo, saca un sombrero negro, decorado con vistosas flores de colores. Es muy similar al que utilizaron en el baile.

"Pero este es con flores plásticas. El de verdad tiene flores reales alrededor, se ven más bonitas. Las hicimos la noche anterior, preparamos 9 en media hora, porque ya sabemos hacerlos", comenta.

Sus dedos son hábiles trenzando las flores. Claro que, siendo parte de los pachallampes, nunca faltarán manos para ayudar. En especial, si se trata de una presentación.

"A veces nos ha pasado que tenemos muy poco tiempo para preparar las cosas. Pero buscamos la manera de arreglarlo", cuenta Balbina.

Y, en efecto, se las han arreglado. Han ensayado en salas y plazas. Las aproximadamente 22 personas que componen la agrupación se han transformado en guardianes de las tradiciones. Aunque no por eso han perdido su lado lúdico.

"Siempre estamos haciendo actividades y cosas. Hace poco fuimos a Tacna, a comer pollo a un lugar que se llama "Patroncito". El restorán tenía una pista de baile, así que la pasamos muy bien", cuenta Balbina, una de las que no se resiste a bailar en cuanto suena la música.

Pese a no ser la presidenta, Balbina es parte vital de su grupo. Sus funciones son diversas. Desde confeccionar las coronillas de flores en los sombreros, hasta planchar parte del vestuario.

"A veces cuando están muy desordenados les pido que se queden tranquilos para poder ensayar", cuenta sonriendo.

"Es lindo mantener las tradiciones. No queremos que se pierdan, por eso la gente tiene que conocerlas cuando viene", comenta.

Por eso una de las partes favoritas de Balbina es cuando se saca a bailar a los invitados. Dice que hasta ahora, nadie se ha negado.

"A veces se cansan, porque el pasito es rápido. Pero yo les digo que sigan bailando. Las autoridades de acá ya saben que después de nosotros les va a tocar bailar a ellos, pero a veces cuando llegan visitas no saben y tratan de hacerlo bien", cuenta divertida.

No deja de sonreír recordando cómo bailó con el director de un servicio que a duras penas podía seguirle el paso. Sabe que el grupo folclórico del Club del Adulto Mayor es un éxito en cada ceremonia o visita que se realice en el pueblo.

"Una vez estuvimos preparando un baile toda la mañana, porque iban a venir unas personas importantes. Cuando ya estábamos vestidos, me llamaron y me dijeron que tenía que sujetar una bandera de los pueblos originarios", recuerda.

Un tanto preocupada por alejarse de los demás bailarines, obedientemente tomó el estandarte y se sentó en un puesto reservado para ella. Estaba rodeada de niños de la escuela de Putre.

"Al lado mío había un asiento vacío. Pasó un buen rato y se sentó la Presidenta Bachelet. Nos pusimos a conversar mientras tanto", recuerda.

Llegado el turno de su baile, se excusó con la autoridad y se dirigió a cumplir con su misión.

Nacida en 1946, doña Balbina sabe lo mucho que ha cambiado Putre. No sólo lo puede ver ella, sino todos sus compañeros. Desde el minimarket que atiende, herencia de sus padres, ve el tiempo pasar. Sin embargo, ni ella ni los Payachatas se resignan a perder su cultura. Quieren que los más jóvenes las aprendan y que los que llegan tengan conciencia de que el pasado es más que una historia.

Afortunadamente, en la meta de mantener las tradiciones Balbina no está sola. Sus compañeros Payachatas tienen el mismo objetivo.

Conservar las raíces es también la lucha de doña Mercedes, quien ve que los vestuarios estén completos y que llevó perejil hasta la casa de Balbina para decorar los sombreros. Y el orgullo por su tierra y por su gente es lo que lleva a doña Ángela, de más de 90 años, a subir cuanto cerro le pongan por delante para tocar su acordeón y preocuparse de que jamás les falte música a sus compañeros.

Las lluvias estivales caen sobre casas y caminos. La camanchaca cobra vida cada noche en el pueblo. El frío se cuela por las paredes. Algunas estancias quedarán aisladas mientras pase el mal tiempo.

Pero Putre está seguro. Porque tiene dos Payachatas, volcanes, que custodian al pueblo día tras día.

Y tiene más Payachatas, hijos de esa tierra, que cuidan las raíces, cantos y bailes de su gente. J