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El ariqueño que se transformó en uno de los grandes docentes del país

Roberto Flores Salgado recibió distinción en La Moneda, como uno de los 100 grandes profesores de Chile. La historia de superación de un maestro que le ganó a todo.

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Hoy decidí ser un héroe. No fue ayer, sino hoy. Ayer estuve pensando todo el día en ser héroe, pero la decisión la tomé esta mañana, mientras viajaba en micro.

Así comienza la novela "Héroe" (editorial Edebé) que de algún modo, refleja al profesor nortino Roberto Flores Salgado (40) y su vida en Santiago. Esta vez el justiciero de la historia de Flores lucha contra el sistema.

Puede decirse que Flores Salgado hizo lo mismo, que su alter ego se transformó en un justiciero pero de la educación. Pese a las limitaciones logró transformarse en uno de los "100 Grandes Profesores para Chile", por su innovadora propuesta metodológico y su trabajo literario.

- Una enorme felicidad. Por lo general los esfuerzos en pedagogía son muy íntimos y personales; a veces se dan en el límite de una sala de clases, de modo bastante subterráneo. El que se te reconozca públicamente y a este nivel es interesante, sobre todo cuando la pista en lo personal se pone pesada y uno se cuestiona si lo que hace vale la pena en realidad.

Pese a todo, debo reconocer que mis cercanos le han dado más importancia de la que yo le he otorgado. Quizás no salgo todavía de la impresión.

Flores Salgado desde pequeño asistió a una iglesia y ahí dice que aprendió de sus padres - que fueron líderes- el espíritu de servicio al prójimo. A eso se conjugó el amor por la labor intelectual y la creatividad que lo acompaña. "No tenía idea de qué en realidad era la pedagogía, pero al momento de decidir por la carrera tuve en consideración esos tres aspectos mencionados al comienzo. Claramente no me equivoqué y opté por la carrera más bonita del mundo.

- Sí, desde luego. Pero vengo de un hogar tan pobre y de un contexto histórico tan antagónico, que por configuración personal aprendí a hacer la labor entendiendo de un comienzo que no contaría con el apoyo de nadie. Eso me ha llevado a creer en la autogestión docente, en buscar los propios recursos, en llevar por lo tanto, proyectos personales que se pongan al servicio de la institución.

Dice que felizmente en el colegio donde labora le han dado la libertad de hacer cosas; asunto que no sucedía en el anterior, que más encima se daba el lujo de poner trabas. "He llegado a pensar que el mayor apoyo que uno puede recibir es que no lo molesten cuando se trate de ayudar a los estudiantes".

Afirma que los apoderados son una ayuda importante, pero no un factor determinante: si los estudiantes no cuentan con el respaldo de aquellos (cosa que a veces ocurre), la circunstancia no debe ser una traba para buscar soluciones por otros lados.

- Sí. Desde que se mira de modo distinto a una Universidad de provincia versus una de la capital o que los colegas lo miren con cierto sesgo de diferencia al comienzo. Esa diferencia, en todo caso, no me atrevo a catalogarla como negativa o positiva.

En la capital hay otras realidades y problemáticas, lo cual hace el trabajo sustancialmente distinto al de provincia; no obstante, hay un sinnúmero de oportunidades más: panoramas culturales, buenas bibliotecas y librerías, sectores en que puedes adquirir materiales con precios económicos para tus clases.

- La escuela es un espacio donde confluyen los saberes de distintas disciplinas; además revolotea la energía juvenil de los estudiantes, su pasión, sus ganas de amar y soñar. También es una instancia donde los desafíos concretos se te aparecen día a día. Como escritor, entonces, no podría estar en un lugar mejor: allí surgen historias, momentos, puedes captar el habla cambiante de las generaciones. Hay muchísimo material; es un área que nutre mucho a los que amamos la escritura y la practicamos.

Estos dos años, los chicos de tercero y cuarto medio han leído mis textos (Historias Limítrofes y El Héroe) y me asombra ver que en el diálogo en el que les expongo el "making off" de cada una de las obras han demostrado interés y fruición en la lectura de aquéllos. Muchos me han pedido consejos de cómo empezar a escribir, lo cual me ha llenado de satisfacción: el escribir es un ejercicio que presupone la práctica de habilidades cognitivas de orden superior. J