Arica y Parinacota atesoran un sinnúmero de atractivos que permiten el desarrollo de una incipiente industria turística. La ubicación geográfica, el clima y el patrimonio cultural de la zona -entre otros factores- generan el natural interés de visitantes nacionales y extranjeros, quienes durante todo el año se cautivan con los secretos del altiplano, la tranquilidad de las costas y el hermoso contraste de valles y desierto.

Sin duda, el ambiente natural es propicio para una industria que busca competir de igual a igual con otros destinos del país. En ese contexto, organismos como el Sernatur y la Cámara de Turismo han desarrollado una serie de acciones de promoción que intentan posicionar a la puerta norte como un territorio capaz de responder a las exigentes expectativas de los viajeros a través de diversos panoramas y escenarios. Incluso, las autoridades han destinado importantes recursos económicos para tales efectos y prueba de ello es la reciente aprobación de $2.300 millones que el Consejo Regional entregó al sector para acciones de difusión.

Con todo, es evidente que esta industria puede generar un importante crecimiento regional, sin embargo, es necesario trabajar en un aspecto que se aparta radicalmente de los objetivos.

Nos referimos a la conciencia ciudadana, aquel factor que en definitiva puede marcar una profunda diferencia en lo que se considera como una región de alto desarrollo turístico y otra en camino de.

Desafortunadamente, parte de los ariqueños muestran una preocupante indiferencia ante las posibilidades de desarrollo de la ciudad y presentan actitudes que se apartan del esperado comportamiento ciudadano, sin sospechar que acciones como arrojar basura a la vía pública o dejar desperdicios en playas u otros recintos turísticos terminan transformándose en un factor que termina estancando el crecimiento; esto, además de generar problemas medioambientales muchas veces irreparables.

Ante esto, es importante que la comunidad haga una profunda autocrítica y genere el cambio necesario.