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La paramédica cuyo gran sueño es erradicar algún día del país el flagelo de la tuberculosis

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Con sus propias manos María Eugenia Peralta Lara, bordó un viejo pascuero que para ella representa el bacilo de Koch.

Y es que esta paramédica durante 40 años ha tratado el flagelo de la tuberculosis derribando mitos y haciendo sentir a sus pacientes y su entorno familiar que esta enfermedad es plenamente curable.

Hasta su box, puerta 29 del consultorio "Víctor Bertín Soto" llegan quienes sospechan de tener el mal y que se han sentido previamente atraídos por las charlas que ella da todos los días en los pasillos, muy temprano cuando llega a su trabajo.

"Yo llegó como a las 6.20 de la mañana y como la gente está esperando por otros temas en los pasillos, aprovecho de dar mis charlas sobre la prevención de la tuberculosis, ya que muchos ignoran que después de estar más de 20 días tosiendo con desgarro pueden tener esta enfermedad", nos cuenta.

De acuerdo a su experiencia, existe mucho temor en la gente de perder su trabajo en caso de confirmarse que han contraído este mal.

Y en el caso de Arica, reconoce que poseemos la tasa más alta de enfermos por tuberculosis del país.

Pero ella, también aclara que no quiere responsabilizar a los extranjeros ni menos a determinadas etnias por este triste récord.

"Acá hay muchos mitos como que se dice que los aymaras tienen por sí este problema, pero esto puede afectar a cualquiera y a toda edad", expresa.

Lo que sí tiene claro es que por tradiciones y costumbres en los pueblos altiplánicos se usaban antiguamente casas sin ventanas y esto "era porque los padres debían salir a tareas de pastoreo y no volvían a sus casas hasta la noche por lo que temían que les robaran".

María Eugenia, acota que después, los hijos de estos habitantes del interior emigraron a la ciudad y por costumbre no solían abrir ventanas, lo cual no es aconsejable porque justamente una buena ventilación ayuda a despejar el ambiente de este bacilo contagioso que demora unas 72 horas en morir mientras circula en espacios cerrados.

Es tanta la pasión que tiene esta paramédica por su labor que un día decidió postular al concurso "Mi vida, mi trabajo", convocado a nivel nacional por la Dirección de Trabajo.

Allí relata prácticamente toda su experiencia de vida dedicada a sus pacientes que para ella son como su familia, porque los abraza, besa y en 40 años nunca se ha contagiado.

De acuerdo a ese relato verídico de su existencia, se puede conocer que ella empezó como auxiliar de aseo en un sanatorio de San José de Maipo.

"Antes los enfermos de tuberculosis eran llevados a estos lugares y allí comencé a aprender todo acerca de esta enfermedad por lo que después pasé al Hospital Sótero del Río hasta convertirme en paramédico, donde trabajé con enfermos de tuberculosis de todo el país".

Cuenta que de da trabajaba y de noche estudiaba hasta lograr ser una auxiliar de enfermería.

En eso estaba, cuando se vino el golpe militar y ella quedó cesante.

Fue así que su día dio un vuelco porque buscando nuevas oportunidades llegó a trabajar al hospital "Dr. Juan Noé" y luego fue derivada a trabajar en consultorios, hasta aterrizar en el consultorio "Víctor Berrín Soto", donde señala que ha contado con el gran apoyo de la directora Catalina Simpertigue, y todo el equipo de salud, compuesto por enfermeras, kinesiólogos, y auxiliares logrando imponer hitos en materia de lucha contra la TBC.

De lunes a viernes, a las 7 en punto, realiza charlas educativas a los usuarios que esperan atención en los distintos pasillos del centro de salud.

Más de un paciente, después de someterse voluntariamente a la baciloscopía, ha sido detectado portando el bacilo de koch y ha aceptado, a insistencia de la paramédico, iniciar el proceso de tratamiento.

Pero la gracia de María Eugenia Peralta es que no sólo se preocupa de la parte médica, sino que aborda todo el entorno familiar.

"A mi siempre me gustaron las manualidades y es así que como una terapia les enseño a hacer cosas, bordar, pintar, y hasta hemos realizado exposiciones con estos trabajos" revela entusiasmada.

Es decir, esta paramédica no deja de sorprender, porque a su carácter afable, agrega que es motivada para escribir cuentos, para pintar, dar charlas, y hasta creó las "madrinas mágicas", una campaña de amor y solidaridad, donde participan los funcionarios y funcionarias que, en el mes de marzo, apadrinan a niños regalándoles útiles escolares.

Sin embargo, confiesa que su gran sueño es "poder erradicar esta enfermedad del país y creo que se puede, aunque sé que en esta zona por el tema de la gran cantidad de extranjeros tenemos problemas; a ellos debemos acogerlos con cariño y en ningún caso despedirlos si sabemos que están enfermos. Por el contrario si sabemos que una nana, o un albañil, están tosiendo por varios días con desgarro, deben llevarlos al consultorio para ser tratados porque esta enfermedad es curable y se dan los medicamentos".

Incluso, cuenta que a los extranjeros no les exige documentación porque igual se les atiende.

Otro de sus anhelos, lo terminó de escribir hace pocos días y es una carta dirigida al Servicio de Salud.

En la misiva ella se ofrece voluntariamente "para entregar charlas motivacionales sobre la tuberculosis en escuelas, institutos, universidades, empresas privadas, con la idea de entregar conocimientos preventivos necesarios para bajar la alta tasa de TBC en la región. La tarea la realizaría en horas de trabajo, y fuera de mi labor diaria".

Con esto queda demostrado, que "la madrina mágica" quiere seguir entregando lo mejor de sí en bien de sus ahijados. J