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Sariri, una lavandería con sentido social

Se ganaron un proyecto, que fue financiado por el Desafío Levantemos Chile.

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-La lavadora.

-Lavar ropa.

-A mí me gusta ganar plata -dice entre risas Gianina, la más traviesa del grupo, mientras hace el gesto del dinero con los dedos. Susana la interrumpe:

-Yo quiero ayudar a mi hermana chica. Fernanda la observa a corta distancia y saca la voz:

-Yo quiero comprarme una cama de dos plazas y una casita para mi mamá. Gianina continúa riéndose, y lanza algo que hace rato quiere decir.

-¡Quiero comprarme un traje de baño! Todas se ríen. Y ante la intriga del grupo, agrega: Entero, sí entero.

-Yo quiero darle la plata a mi mamá -Asegura María, lejos la más seria.

Todas ellas, Fernanda Tapia (21), Gianina Castellón (22), Loreto Mercado (25), Susana Santana (21) y María Anguita (25), no obstante sus edades, son niñas. Personas maravillosas, dotadas de bondad e inocencia infinitas; niñas que el paso del tiempo convirtió en mujeres, sin que ellas se enteraran. Apenas saben quiénes son, cómo se llaman, o qué hacen en la vida. Son seres de luz, cuyas sonrisas y expresiones son capaces de quebrar al más duro. Imposible no emocionarse al verlas a ellas tan ilusionadas con su flamante lavandería, al interior de la Escuela Especial F-22 Dr. Ricardo Olea Guerra, ubicada en José Manuel Balmaceda 2480.

Ellas, y otros 45 jóvenes más de la misma escuela, forman parte de un sueño hecho realidad. Un sueño con el que un día despertó María Isabel Álvarez, quien trabaja hace 25 años en el establecimiento. María Isabel lleva 12 años como jefa de la UTP, es educadora de Párvulos (UTA) con mención en Rehabilitación; además es profesora de Educación Especial con mención en Deficiencia Mental. Pero, por sobre todas sus calificaciones académicas, María Isabel -madre de 4 hijos- tiene una que no entrega ninguna universidad del mundo: vocación. A ella se suma el amor. El resultado no puede ser mejor: 188 corazones latiendo al ritmo de la esperanza.

Aquel sueño fue el primer capítulo de una historia inspirada en el amor por el prójimo, en el anhelo de sacar adelante a 188 alumnos con discapacidad mental que asisten a esa escuela especial, pero que tras su egreso -entre los 15 y 16 años de edad-, y debido a sus limitaciones para ingresar al Centro de Capacitación Laboral, no tienen otro destino que no sea su casa. Con el objetivo de torcerle la mano a esa realidad, María Isabel comenzó a imaginar qué hacer con sus alumnos cuando crecieran. Allí fue cuando gestionó ante el Ministerio de Educación los talleres "para niños con menor discapacidad".

"Actualmente, aparte de la enseñanza pre básica y básica, tenemos dos talleres laborales supervisados, y tres talleres de retos múltiples, conformados por alumnos con déficit intelectual severo. La idea era que éstos funcionarían diferente a los talleres del Centro de Capacitación Laboral, donde sus alumnos egresan con especialidades como carpintería. Nuestros alumnos salen de esta escuela habilitados para desempeñarse en jardinería, en labores del hogar, lavado de ropa; se les prepara para que puedan ganarse la vida en pequeños oficios".

Fue en esos talleres de lavado donde, sin imaginarlo siquiera, germinó la idea que culminó con la puesta en marcha de la Lavandería Sariri, una lavandería con sentido, como dice su eslogan. "Sariri significa viajero en aymara, por lo tanto, para mí el sentido que tiene la lavandería es que esto es un proceso de continuidad de nuestros niños tras su etapa escolar; Sariri es el trampolín", explica María Isabel Álvarez.

La iniciativa llamada "Lavandería Sariri", abarca mucho más que la mera habilitación de unas dependencias especiales dentro de la misma escuela, donde se instalaron tres máquinas lavadores y una secadora con el objeto de propiciar el emprendimiento en beneficio de los alumnos del establecimiento, es por sobre todo, una forma de darle sentido al quehacer de unos niños que nunca se verán asimismo como adultos.

Sariri supera el concepto clásico de lavandería. Desde que fuera inaugurado, el pasado jueves 6 de agosto, Sariri es atendida por jóvenes con capacidades especiales pertenecientes a la Escuela F-22 y ofrece servicios a empresas -entre ellas Lipigas-, hoteles y restaurantes de la zona. También se capacitó a la comunidad escolar en el diseño de un modelo de negocios donde se definieron aspectos como precios, servicios, marketing y estructuras. "Este tipo de proyecto son modelos sustentables y replicables en el tiempo", sostiene Rafael Menares, representante en Arica del Desafío Levantemos Chile.

"Eran las siete de la mañana, estaba en mi casa frente al computador, pensando qué hacer con estos niños. Había estado trabajando en un proyecto de medio ambiente sobre implementación de duchas solares para nuestros niños. Tenemos muchos niños con trastornos motores, el agua fría no es conveniente para ellos. Buscando cómo mejorar las condiciones de los niños de nuestra escuela, nos decidimos a presentar un proyecto al Daem para instalar duchas con agua caliente. Fue entonces que me llamó la atención una luz que parpadeaba en la pantalla y que decía 'postula tu proyecto'. Era el aviso de Desafío Levantemos Chile", cuenta emocionada María Isabel.

"No sabía de qué se trataba. Terminé lo que estaba haciendo y de pura curiosidad entré y dije: esto es lo que necesitamos para los niños".

Se trataba de la iniciativa "50 Desafíos para Chile" del Desafío Levantemos Chile y Banco de Chile.

"Siempre pensando en su futuro, viendo cómo crearles un pequeño emprendimiento para que se ganen la vida, ya que no queremos que terminen sentados en un sillón, pues sabemos que ninguna empresa va a contratarlos, porque ahí se necesita que sean más rápidos, más vivitos, me decidí a postular el proyecto de hacer una lavandería dentro de la escuela y que fuera ese emprendimiento el que sirviera a nuestros niños", explica la educadora.

El mismo día que vencía el plazo de postulación, María Isabel presentó su proyecto en el sitio del Desafío. A contar de ese momento su idea empezó a competir con más de mil propuestas presentadas de Arica a Punta Arenas. María Isabel lo recuerda emocionada: "Que sea lo que Dios quiera, dije". Sólo 50 ideas serían elegidas en todo Chile. Era mayo de 2012.

"En julio vinieron a vernos del Desafío, conversamos la factibilidad del proyecto, vimos dónde podríamos instalar la lavandería, en caso de ser seleccionados; luego se fueron y quedaron de volver". En verdad el proyecto ya había sido elegido entre los mejores 50 a nivel nacional. Era uno de los 3 ganadores de Arica. Ella lo sospechaba, pero no se atrevía a aceptarlo. "En enero de este año regresaron, habíamos sido seleccionados". Todo lo que vino después fue sólo felicidad y trabajo. "Los niños estaban felices". La empresa Lipigas les donará un balón de gas al mes y la luz se pagará con los recursos que vaya generando la lavandería.

Cada día que pasa se afianza mucho más el sentido con el que fue concebida la Lavandería Sariri. "Uno de los apoderados se encargará de repartir la ropa limpia, eso habla de la integración que ha logrado este proyecto a nivel de las familias de los niños".

-Me motivé desde la enseñanza media, tenía un compañero con discapacidad física; he trabajado con niños autistas, creo que mi aporte va por el lado de la ayuda.

-Uno siempre anda buscando qué cosas hacer para que el niño vaya desarrollando capacidades y habilidades que le permitan independizarse, para que las demás personas lo valoren como tal.

-Uno busca, y si no es eso, sigue buscando… tiene que haber algo que un niño sea capaz de hacer, tiene que aprender a utilizar un cubierto, tiene que aprender a comer; tiene que aprender a comportarse, a controlar esfínter. Esos pequeños logros para niños normales, son grandes triunfos para los niños con discapacidad mental.

-Su inocencia, ellos no conocen la maldad. Son niños para siempre

-Tengo muchos. Empezando me gustaría hacer un gimnasio techado. El calor afecta mucho la salud de nuestros niños; imposible usar la cancha en verano. Lo otro es una piscina terapéutica, ya estamos proyectando una parte de lo que es la estimulación multisensorial para los niños.

La educadora no se detiene. Ella es una Sariri que le da sentido a la labor de la noble profesión del educador. Ella tiene capacidad de imaginar el futuro. Eso no tiene precio.

No sé.

-La lavadora

Porque sí.

Para bañarme

-Mucho J