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Adultos mayores

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Usualmente se dice que la experiencia es muy importante, que un pueblo sin raíces está destinado a morir y que en las comunidades originarias los ancianos son los más respetados.

Pero los tiempos y lo que se puede advertir en el mundo de hoy, indican que en una sociedad que se caracteriza por la rapidez, la instantaneidad y la cada vez más acelerada tasa de obsolescencia, todo lo "viejo" parece ser desechable.

Por ello, es muy importante no perder de vista que el valor que tienen los adultos mayores no sólo debe quedar enmarcado en los núcleos familiares -donde en algunos casos, incluso también se desconoce- sino que debe proyectarse a nuestra sociedad en general. Más allá de los clichés que nos hablan de recordar a quienes "dieron tanto" por una familia, una ciudad, una institución o la comunidad, está el imperativo de hacer realidad el respeto a quienes efectivamente han dado forma, de una u otra manera, a quienes somos. Y esta consideración, por supuesto, no debe quedarse sólo en un día de festejos y conmemoraciones.

Considerando además el claro envejecimiento de nuestra población, esto debe ser algo que se tiene que ajustar a nuestra cultura. Y es que hay sociedades que efectivamente han incorporado a su funcionamiento el respeto integral y permanente a los adultos mayores. Hoy, Chile ha hecho esfuerzos importantes para conseguir este objetivo, incluso con la creación de una institución especializada en el tema. Sin embargo, es algo que aún debemos asumir también como ciudadanos.

La falta de infraestructura pensada en el adulto mayor, los problemas de atención de cualquier tipo, pero especialmente en sus áreas sensibles como la salud o la previsión, y hasta el simple respeto por la prioridad en el "turno" o la "fila", forman parte de esa cultura de consideración a los adultos mayores. Un respeto que si bien se puede construir con instituciones, bonos, organismos y eventos, también necesita mucho de corazón y ahí está en juego el esfuerzo individual.

Con vigilancia policial Critican al centralismo Cancha 3 no da para más

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La polémica por la aprobación del proyecto minero Los Pumas pasó a mayores. Las amenazas que sufrió a través de las redes sociales llevó a poner vigilancia policial en la casa del intendente José Durana.

Una vez más, la gente criticó fuerte el centralismo que no dio mucha bola a lo sucedido en la ciudad con las manifestaciones medioambientalistas. Los cibernautas extrañaron no ver esta noticia en la TV.

El entrenador Luis Marcoleta colocó de nuevo el acento en el pésimo estado de la cancha 3 y de paso responsabilizó a las autoridades en general. Ahora, se viene Coquimbo, un rival nada de fácil para la celeste.

DERECHO DE ASILO

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Era otoño del 68 y la temperatura apenas remontaba los 5° grados. Cómo encargado de una estación agrícola experimental, Mauricio Rivera residía en el control fronterizo de Colchane, al interior de Iquique. A solo dos kilómetros empezaba el territorio boliviano.

Esa mañana paseó su vista por el árido paisaje circundante. Aguzando la mirada pudo divisar a dos personas, de terno y corbata, ingresando a tierras chilenas. Se presentaron como el sr. ministro de Bolivia y un familiar, quienes huían perseguidos a punta de balas, desde su país.

El jefe de retén solicitó a Mauricio hospedar a tan ilustres refugiados. Caminaban rumbo a la estación cuando el amplio límite fronterizo se fue poblando de transportes militares bolivianos. Cientos de soldados altiplánicos se ubicaron a lo largo de la línea fronteriza. Desde allí maniobraban, haciendo notar su presencia y frustración. Siguieron horas de gran incertidumbre. ¿Serían capaces de traspasar la frontera, o respetarían las leyes de soberanía y asilo internacionales?

Por medio de radios bolivianas, se enteraron de que ambos habían huido del país acusados de un millonario desfalco. Carabineros, vigiló la frontera todo el día. Pese a lo escaso de su dotación, se disponían a repeler cualquier intento de invasión. Atardecía cuando en un helicóptero y vehículos militares llegaron las autoridades chilenas para llevarse a los asilados.

La tarde moría desolada, mientras el sol con sus espigas de fuego embellecía la cordillera. A la distancia, los transportes del país vecino, en rápido retorno, levantaban grandes remolinos de chusca.

Mauricio no pudo evitar la decepción. Habían amparados a un encumbrado personaje, que huía perseguido por sus compatriotas como un simple ladronzuelo. Desanimado volvió a su hospedaje.

Muy cerca de allí, en lo alto del modesto retén de carabineros de Colchane, "Orgullosa flameaba al viento, la bandera chilena".

¿Serían capaces de traspasar la frontera, o respetarían las leyes de soberanía y asilo internacionales? Carlos Morales F. Rapsodas Fundacionales