La suspensión de las conferencias internacionales APEC y COP 25 representa un grave impacto para nuestro país en términos políticos, sociales y económicos, pues pone en evidencia la gravedad de la crisis que estamos experimentando. No es casual en ese contexto la drástica caída que experimentó la moneda chilena apenas conocida la noticia.
Una primera conclusión de carácter estratégico es la que más inquieta en términos de comunicación política: las autoridades de gobierno parten evidentemente de la base que este será un conflicto de carácter prolongado. Lo que ello representa en términos de imagen-país es gravísimo. Se esfumaron por otra parte las expectativas del gobierno de jugar un papel de liderazgo a nivel internacional, sobre todo ante la esperada firma en Santiago de Chile -en el marco de la APEC- de la tregua entre Estados Unidos y China para frenar la guerra comercial entre ambas potencias.
La suspensión de la conferencia ecológica COP 25 frustra por otra parte el propósito de los movimientos ambientalistas de agitar en el marco de este encuentro sus reivindicaciones y de aliviar, por lo menos en parte, la situación de las zonas de sacrificio más depredadas de nuestro país.
A nivel empresarial, la suspensión de ambas actividades implica un severo daño al rubro hotelero y a todas las actividades asociadas. Se cuentan por miles las personas que dejarán de llegar a Chile como fruto de esta decisión.
Pero hay una conclusión mayor, que debe ser tomada muy en cuenta por todos los sectores en conflicto: a la comunidad internacional no le es indiferente lo que sucede en nuestro país. Tiene y seguirá teniendo sus ojos puestos sobre Chile. Suceda lo que suceda.
Inequidad y exclusión
En diversos medios de comunicación se ha planteado que el 2mpresariado recoge el guante del malestar social, haciendo un mea culpa respecto de las inequidades que hoy tiene el país. Sin embargo, no hay que olvidar que las inequidades, también generan exclusión.
Se detalla que Chile hoy enfrenta una crisis de la institucionalidad, se reconocen malas políticas públicas, bajo nivel de educación y sentimiento colectivo de desesperanza, entre otros. Sin embargo, en ninguna parte escuchamos que en ese colectivo están los más marginados de los marginados, que suman más de 2 millones 600 mil personas. Hablo de las personas con discapacidad.
Me gustaría escuchar que la propuesta de equidad de sueldo, es para todos y no solo para algunos. Que las personas con discapacidad que se incorporen a trabajar también ganarán un sueldo mínimo ético de 500 mil pesos propuesto por muchos en esta crisis. Tendríamos un verdadero cambio de sociedad si esta señal también se manifestara públicamente para las personas con discapacidad.
Jorge Gillies, Académico UTEM
Andrea Zondek
Fundación TACAL