"Araña": Andrés Wood mira los años 70 y el Chile de hoy
El nuevo largometraje del director de "Machuca" narra la historia de un grupo de jóvenes de Patria y Libertad y los retoma en el Chile actual de las inmigraciones. Una película necesaria y brutal.
La filmografía de Andrés Wood está marcada por una férrea coherencia en relación a sus intereses temáticos y políticos. Cada una de sus películas funciona como un comentario sobre el Chile del pasado y el presente. No es un cine exento de opiniones ni puntos de vista, pero hay siempre también una invitación al debate. El de "Araña", su nueva película después de "Violeta se fue a los cielos", es generacionalmente transversal: Wood se acerca al movimiento Patria y Libertad pero con miras al Chile de hoy.
La película comienza, de hecho, en una calle del Santiago actual. Gerardo (Marcelo Alonso) la recorre mientras observa a los inmigrantes. En algo recuerda al Travis Bickle de "Taxi Driver", ese psicópata moralista que deambulaba por Manhattan como un justiciero. Protagoniza una violenta escena de "justicia ciudadana", aplaudida por los transeúntes, y queda preso.
A partir de ahí, el fresco social se comienza a armar. Inés (la fabulosa actriz argentina Mercedes Morán) reconoce a Gerardo y la nostalgias de la juventud intervienen. Ella es hoy una reconocida mujer de la alta sociedad santiaguina, está casada con un alcohólico perturbado (Felipe Armas) y tiene un hijo que cuestiona sus ideas (Mario Horton). En 1971 era una joven idealista que estudiaba Historia y que, preocupada por el triunfo de la izquierda en el país, pasó a formar parte de un movimiento de acción política que usaba la figura de araña como símbolo y metáfora. Se trata, por supuesto, de Patria y Libertad.
Saltando entre el presente y el pasado, Wood recrea la historia de Inés, Gerardo y el resto de los militantes y contrapone el entusiasmo juvenil con la sobrevivencia amarga de la actualidad. Como en "Carne de perro", de Fernando Guzzoni, se impone aquí la idea de que el pasado puede convertirse en una gran herida. Lo interesante de "Araña" es que los viejos fantasmas se relacionan menos con la culpa que con la derrota (Patria y Libertad se disolvió pocos días después del golpe militar). El destierro existencial de estos viejos nacionalistas no entiende de remordimientos. Se podría decir incluso que sus ideas reflotan en el Chile de las inmigraciones. Las formas en que lo hacen son distintas: algunos optan por las armas; otros operan desde la diplomacia social. En tiempos de agresiones y marchas anti-inmigrantes, "Araña" rastrea el origen de la violencia colectiva.
En términos estilísticos, Wood combina la paleta cromática setentera de "Machuca" con las imágenes del Santiago gris de "La buena vida". Recrea, además, un extracto de "Con el signo de la araña", documental alemán sobre Patria y Libertad, dirigido por Walter Heynowski y Gerhard Scheumann.
En lo anímico, la cinta está marcada por el desencanto. Wood no da mensajes de esperanza (una brutal escena que incluye a una comunidad de haitianos hiela la sangre) porque sería forzado hacerlo. "Araña" solo podría brotar del Chile de hoy.