Esta semana, el Gobierno lanzó a nivel nacional el nuevo programa "Elige vivir sin drogas". Fue el mismo Presidente Sebastián Piñera, quien lo dio a conocer en una cadena nacional, lo que habla de la relevancia que tiene este tema para su administración. Posteriormente, la iniciativa que es encabezada por Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (Senda), fue presentada en regiones y con especial atención en Arica.

Como se ha dado a conocer, el último estudio de población escolar reveló que en nuestra región un 25,1% de los jóvenes entre octavo año básico y cuarto medio declara haber consumido marihuana, un 24% declara haber consumido alcohol el último mes, de los cuales un 67,4% señaló haberse embriagado, es decir, haber bebido más de cinco tragos en una sola ocasión, según reveló Senda.

De acuerdo a lo que se dio a conocer con el lanzamiento de este programa, se trata de una iniciativa que es pionera en Latinoamérica, y que se inspira en el modelo de Islandia, que busca evitar, retrasar o disminuir el consumo de drogas y alcohol en niños, niñas y adolescentes.

Para lograr este objetivo, se plantean cuatro pilares fundamentales: la participación familiar, la prevención y educación en las escuelas; el buen uso del tiempo libre y aprovechamiento de los espacios públicos; y la generación de liderazgos positivos.

El programa se aplicará en tres etapas, partiendo con un diagnóstico, para terminar con la evaluación de resultados tras la aplicación de las intervenciones programáticas con cada uno de los pilares.

Tras el lanzamiento de este programa, algunas críticas han aplicado a aspectos tan diversos como los recursos que se deben invertir y cómo proceder, hasta el nombre que se le ha dado. Pero más allá de las críticas, los análisis también pueden enfocarse hacia fortalezas que presenta, entre ellas, la incorporación de la familia y el colegio como partes fundamentales de la prevención.

El sumar agentes tan importantes a la lucha por frenar el consumo de drogas, es una acción a la altura del problema que hoy se enfrenta.

En torno al fenómeno de la Educación se ha escrito desde tiempos inmemoriales. Platón decía que la Educación "es el proceso que le permite al hombre tomar conciencia de otra realidad, mas plena, de la que está llamado, de la que procede y hacia la que se dirige". Kant, siglos después decía que "La Educación es el Desarrollo en el Hombre de toda la perfección de la que su naturaleza es capaz", hasta hoy, donde el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) incorpora a la Educación desde la tasa de alfabetización de adultos y matrícula primaria, secundaria y superior, en ecuación junto al PIB y la esperanza de vida al nacer, como un factor trascendental para medir desarrollo humano.

Como se ve, el panorama es denso en contenido e interesante respecto de las derivadas conceptuales y aplicadas al mundo de las políticas públicas que podamos extraer para mejorar nuestro acervo y calidad de vida.

La investigación científica acerca de la Educación es amplia y fecunda, y en aquello nuestras universidades hacen un esfuerzo de calidad por ser faros referenciales de ideas y sinergias virtuosas que generen conocimiento y cambio cultural.

Pero atiendo un factor que me parece muy relevante. El rol que en las comunidades educativas juegan nuestros maestros y directivos en motivar un cambio de vida y al marcar la trazabilidad ciudadana de sus alumnos, con buenos ejemplos, valores, conocimientos y sobre todo sabiduría dentro y fuera del aula. En lo personal maestros me cambiaron la forma de ver la vida e impregnaron enseñanzas que van más allá de lo tangible y lo medible.

Un buen consejo, un estímulo en el momento oportuno, un palmotazo en la espalda, un gesto de confianza en algunos casos pueden cambiar el destino de un educando.

Mi homenaje a los Maestros y Maestras chilenas.