Un intenso trabajo le ha correspondido al equipo municipal encargado de reparar las calles. Esto, con especial recargo luego de las lluvias veraniegas, que terminaron por incrementar el tamaño de muchos baches y perjudicar aún más los pavimentos más antiguos de algunas de las vías de Arica.

Evidentemente, en esto también influye mucho la enorme carga vehicular que existe en nuestra comuna, con miles de vehículos haciendo uso de las calles. Y para poder mantener las carpetas de circulación, la administración comunal cuenta con el apoyo de la máquina bacheadora.

En septiembre de 2018, la Ley 21.111 modificó la normativa respecto de la pavimentación comunal, dando mayores facultades a los municipios para hacerse cargo de baches que no superen los 20 metros cuadrados de superficie, además de arreglar veredas y ciclovías. De esta manera, se permite un rápido actuar ante eventos de emergencia.

El alcalde Gerardo Espíndola comentó que la municipalidad lleva adelante un catastro para tapar los baches y que a través de la Dirección de Obras Municipales elabora un proceso para que la gente denuncie y dé la posibilidad de multar a quienes rompan las calles sin autorización del municipio. Junto con ello, se ha dispuesto la línea gratuita 800 200 660 para denunciar la presencia de "eventos".

Es importante la oportunidad que se da en este caso a la comunidad para poder informar y hacerse partícipe del cuidado de las calles mediante el fono denuncia.

Sin embargo no todo estará siempre en manos de la denuncia de los vecinos, ni siquiera de lo que pueda hacer el municipio con su máquina bacheadora. En el caso de los problemas mayores, es importante que las empresas de servicio o incluso el Serviu puedan detectarlos para así poner fin a escenarios de riesgos viales.

Mientras es una buena medida el que el municipio se mantenga atento a los particulares que realizan intervenciones en las calles sin la debida autorización, algo que de acuerdo a la experiencia, ocurre con mucha más frecuencia de lo que debería pasar, en perjuicio de todos.

Alois Alzheimer, nacido en 1864 y muerto en 1915, fue el neuro-patólogo alemán que describió en 1906, la enfermedad que lleva su nombre. Su apellido que ya no nos recuerda a un ser humano sino que se asocia a una enfermedad, suena a desamparo, a soledad, a pérdida de identidad, a todos aquellos que todavía poseen el entendimiento necesario para comprender y para mantener esa comprensión en el recuerdo, en la memoria (una capacidad de la que carecen quienes están afectados por esta enfermedad).

Hijo de un notario de origen francés, estudió en Alemania y una vez finalizada su carrera encontró un trabajo en el asilo municipal para enfermos mentales de Frankfurt, trabajando con el histólogo Franz Nissl, quien desarrolló procedimientos para identificar tejidos que le permitieran encontrar los correlatos anatómicos en los cerebros de los enfermos mentales. En 1907 publicó una nota de 3 páginas que contenía el relato que un año antes había hecho, como producto de sus investigaciones. La enferma que describió Alzheimer era una mujer de 51 años que había experimentado un implacable y severo debilitamiento de la memoria. Sus habilidades lingüísticas también se habían deteriorado y hablaba sin entonación, o sea sufría de amnesia y afasia. El caso era muy complicado debido a que la paciente no recordaba la utilidad de objetos concretos. La paciente falleció 4 años después y al final la había invadido una apatía total, quedando confinada en su cama en posición fetal. La autopsia mostró un cerebro desigualmente atrófico, pero más marcada y desigual que en la demencia senil. Al microscopio numerosas neuronas de la corteza superior habían desaparecido y las que quedaban presentaban procesos degenerativos. Todas estas alteraciones, propias de una anciana, ahora aparecían en una mujer madura, pero no vieja. Era una degeneración precoz, no senil, descrita por… ¿cómo se llama el alemán?