Hace casi un año, el Gobierno Regional dio a conocer la Estrategia de Desarrollo para Arica y Parinacota, un texto que se definió como la carta de navegación de la región hasta el año 2030. El documento fue entregado a algunas autoridades y representantes de la sociedad regional en una concurrida ceremonia. El objetivo que contemplaba esta propuesta era definir los caminos que debe seguir nuestra región para su tránsito hacia un crecimiento a partir de sus propias particularidades y potencialidades.

Los ejes de lineamiento estratégicos establecidos en esta carta de navegación regional son Región Sustentable; Región Socialmente Integrada y Equitativa; Región de Economía Diversificada, consolidada y de Capital Humano para el Desarrollo; Región Calidad de Vida y Región de Culturas y Patrimonio.

En la oportunidad, la entonces administración regional manifestó que esta carta de navegación había sido el fruto de un trabajo que contó con la participación en diversas dimensiones de más de 3 mil 600 ariqueños y parinacotenses, siendo también una estrategia validada por el Consejo Regional.

De esta manera, con la estrategia la idea es consolidar hacia la próxima década una región con mayor cohesión e integración social, donde la producción del conocimiento sea la base para alcanzar el progreso.

Es posible ver, entonces, como nuestra región suma planes e iniciativas que impulsan su desarrollo. A esta estrategia se puede agregar, por ejemplo, el reciente Plan Parinacota anunciado por el actual gobierno, que busca convertirse en un trampolín para toda esta provincia. Hace años ya nuestra joven región suma estudios, proyectos, anuncios, planes y estrategias, que han demandado millones de dólares. El natural sentir ciudadano es ver cómo todo esto se plasma en resultados concretos, que vayan más allá de lo circunstancial, del corto plazo.

Nuestra región necesita recorrer caminos seguros hacia su crecimiento. Esta seguridad sólo la dan los hechos, el cumplimiento de metas y objetivos y el que la comunidad pueda ver cómo los anuncios, planes, estrategias y proyectos, se van convirtiendo en hechos.

En agosto de 2018, el canciller Roberto Ampuero señaló que el Plan Maestro de Desarrollo de Parinacota, junto con reforzar la soberanía, buscará impulsar la infraestructura, la conectividad, la agricultura y el turismo en la provincia. También se refirió a recuperar ese territorio y facilitar la vida a quienes constituyen las fronteras vivas, "mediante un plan holístico" o integral. Este plan tiene que incluir servicios básicos, habitacionales, de conectividad y, sobre todo, disponer una oferta amplia de instrumentos de fomento y desarrollo productivo, para generar redes que multipliquen las actividades agropecuarias, turísticas y de servicios, las que incrementen sustancialmente la oferta de empleos en la zona.

Este conjunto integrado de factores será condición necesaria para que los hijos y nietos de comuneros de la zona, que la abandonaron por falta de oportunidades en las décadas de 1960 y 1970, puedan ser los primeros en repoblar las tierras heredadas de sus ancestros. De aquí la importancia de incorporar, desde el diseño y formulación del plan, tanto a las comunidades residentes en la provincia, como a los comuneros propietarios de los territorios que, si bien residen en Arica, mantienen vivo el interés por retornar a las tierras de sus antepasados.

Han pasado varios meses desde el anuncio del Plan Parinacota, por lo que rescato el sentido de algunas palabras de la autoridad provincial: para que se logre un plan de soluciones reales, deben establecerse fechas de inicio y término. Sin duda, para lograrlo se necesita disponer de recursos que den sustento a las iniciativas planteadas por el Canciller. Por ello, llama la atención que aún no se conocen avances y tampoco se evidencia una glosa específica en el presupuesto nacional 2019, referida al Plan Parinacota, lo que supone la carencia de recursos específicos para establecer las bases de dicho plan y, por ende, para avizorar que esta iniciativa se concrete al menos a partir de 2020.