Letra muerta
La recientemente promulgada y ya en plena vigencia Ley de Convivencia Vial, se ha transformado en un nuevo marco regulatorio para los usuarios del sistema, que ha sido objeto de análisis crítico por parte de distintos sectores de la comunidad. Pero esto no es algo propio de esta nueva ley, sino que también ha ocurrido con otras leyes promulgadas en nuestro país en los últimos años.
La Ley Cholito, la Ley Emilia y ahora la nueva ley que sancionará a quienes ensucien las playas, son objeto de miradas críticas de parte de nuestra sociedad. No deja de llamar la atención que no pocas de estas nuevas normas choquen de golpe con las realidades para que sean aplicadas o hasta fiscalizadas. Es así que también se da el caso en que algunas de ellas han terminado convirtiéndose simplemente en letra muerta.
Algo así ha ocurrido, por ejemplo, con la Ley Cholito, que es la Ley de Tenencia Responsable de Mascotas y Animales de Compañía, que propone su cuidado decidido y con la debida responsabilidad de las personas. Sin embargo, hasta el momento la ley no entrega horizontes respecto a cómo conseguir que este cuidado sea efectivo, con un escaso protagonismo del Estado y con particulares que no son capaces de comprometerse. Como resultado, una ley que no ha solucionado nada.
Y qué se puede decir de la Ley Emilia. En nuestra ciudad se conoce bien sobre casos de conductores que aun teniendo una, dos o más condenas por conducir en estado de ebriedad, lo siguen haciendo con desfachatez e impunidad. El claro ejemplo de una ley que no ha logrado ser del todo satisfactoria para que fue propuesta, trabajada, analizada y promulgada. Eso, por lo menos según lo revela la experiencia en Arica, donde el delito más frecuente es la conducción luego de haber bebido alcohol.
Es clave que el Estado, particularmente los legisladores, puedan elaborar leyes útiles y realistas en cuanto a su fiscalización y su efectividad como solución a los problemas para los cuales buscan hacerse cargo. De lo contrario, es simplemente una pérdida de tiempo. Un objetivo no cumplido, un escaso favor al país.