El Presidente acaba de anunciar el envío de un proyecto de ley con el cual se pretende "mejorar las pensiones más bajas" a contar del mismo día en que este cuerpo legal "reparatorio" entre en vigencia, difícilmente para Navidad ni mucho menos para el "28" de diciembre de este año, porque, por mucho que llame a los congresistas a legislar con una mano en el corazón y con la mayor celeridad -pensando en los adultos mayores especialmente, para que alcancen a mejorar su calidad de vida antes de partir-, ingresado que sea, deberá derivarse a la Comisión pertinente, tomarse conocimiento de su texto y comience la discusión, con todo lo que ella implica: informes en derecho -pagados con "fondos para asesorías" que hay que gastar-, como para tener la película más clara y hacer sus observaciones; rechazo de algunos articulados o parte de ellos, en especial respecto del 4% previsional adicional de cargo del empleador y de la creación de nuevas Administradoras de Fondos que le hagan la competencia a las ya existentes "en este negocio"; solicitud de aclaraciones; envío de indicaciones; la eventual recurrencia al TC si fuese necesario, etc. Considérese además el irrestricto cumplimiento de "la semana distrital" de nuestros representantes populares, los feriados de fin de año y el receso legislativo por todo febrero.
Con texto en mano, ¿Quiénes y cuántos bajarán al estado llano a explicarle este proyecto a la señora Juanita y a su familia toda, la mayoría benefactora del pilar solidario otorgado por el fisco, el Estado, con plata de todos los chilenos, previa postulación y clasificación?
Así las cosas, con este "Calmatol" de largo efecto "se chutea" la pelota fuera de la cancha, y como a nadie le gusta que le digan la verdad de las cosas, alguien tiene que decirla: ¡Dejen de engañar!, porque hoy por hoy, y valga la insistencia, las bajas pensiones son responsabilidad de cada uno de los jubilados -no faltando entre ellos algunos que alegan "haber trabajado toda su vida" ¡Con buenos sueldos!-, la mayoría registra "lagunas previsionales" de años, que hacen que su actual pensión sea de $ 150 mil o menos; de la clase política -Gobierno, el de Lagos; y parlamentarios de la época- que obligó a los ignaros chilenos a convertirse, de la noche a la mañana, en inversionistas en uno cualquiera de los cinco fondos, sin entender los riesgos que corrían en cada uno de ellos, y de las AFPs, por malas inversiones incidentes en, pero no en sus ganancias finales, ¡Como en todo buen negocio!
Atentamente
Jorge Saavedra Moena