Aquello que las fronteras no resisten
El Dr. Alberto Díaz Araya reflexiona sobre cómo el largo siglo XX les deparó a las y los ariqueños asumir identidades bajo el formato del Estado chileno, "donde los significados del tricolor cubrirán todos los parajes del desierto. Contradictoriamente, la identidad ariqueña se levanta entre una tradición peruana y la puesta en escena de los artefactos chilenizadores. Los elementos peruanos o sus rasgos culturales derivaron en lo 'ariqueño antiguo, con sus sabores, emblemas, danzas y cánticos; ahora no por lealtad a al Rimac, sino para desmarcarse de cualquier atisbo que apelara a lo antiguo. Lo chileno o los ingredientes culturales de la nación conquistadora, fueron los componentes de una identidad nacional que en la praxis sociopolítica o en la performance folclórica, se fueron depositando en los estratos mentales de las y los ariqueños ya avanzado el siglo XX`".
Pero, también "la frontera es un espacio liminal y no solo una barrera estática, geopolítica, territorial y/o diplomática. Nuestra frontera es un campo simbólico, semántico y cultural donde se reconfiguran la multiplicidad y mixtura de identidades sociales, frente a la hegemonía de los núcleos de poder centralizados. Los vínculos entre aquellas familias siguieron perviviendo, pese a la tristeza del quiebre, con el costo de traspasar los retenes y aduanas fronterizas, para acudir a visitar a la querida parentela con apellidos en común, pero separados por una DNI o la CI"