La esperada gran noticia de apertura parcial del Parque centenario nos alegra realmente a todos. Es noble y justo recordar y reconocer que este largo proceso tuvo su origen, algunos años atrás, en la administración anterior. El comienzo real de muchos procesos actuales, después de años de corrupción municipal (a nivel de autoridades, no de funcionarios) fue abordada de manera seria y responsable por don Salvador Urrutia, quien, de manera silenciosa, estrictamente profesional y decente -justamente las cualidades que no dan votos- fue el real impulsor de recobrar el parque (y otros bienes públicos) para la comunidad ariqueña. Aunque ninguna municipalidad es perfecta, la de don Salvador Urrutia se caracterizó por ser de puertas siempre abiertas, de máximo respeto por los funcionarios y de constituir una administración técnicamente correcta y eficaz. Una virtud de hidalguía significa ser agradecido, por lo que por este medio creo necesario dar ese reconocimiento, para quien, de no haber frenado la dinámica -que por varios años se venía dando- logró marcar un real punto de inflexión en la historia municipal y no hubiera podido hacerse nada, repito, nada de lo que se ha hecho hasta ahora. El proceso de traspaso de la administración municipal fue un hecho inédito y de buena fe que debiera marcar la fórmula en cualquier destino municipal. Hubo varias reuniones antes de la asunción del actual alcalde, don Gerardo Espíndola (de la que todos, incluso yo, considerábamos sus propuestas como la mejor opción para la ciudad) para entregarle las cosas "conforme".
¡Tanta diferencia con la asunción que le tocó a don Salvador Urrutia, cuando hasta los computadores los tenía la PDI y nadie, absolutamente nadie ayudaba (salvo los buenos funcionarios de carrera) y existía desconfianza hasta para firmar hasta la compra de un lápiz!.
Valga este reconocimiento ético a quien sacrificó su imagen política, por hacer el trabajo que todos los políticos debieran hacer.
Rodrigo Muñoz Ponce