Hace unos días se conoció que obras emblemáticas que se han estado desarrollando en la ciudad experimentan ya, de manera concluyente, atrasos que se pueden extender por meses. Hablamos por ejemplo, de las obras mediante las que se recuperará el tradicional edificio de la Aduana de Arica.

Según comentó el MOP, estas obras debían entregarse a fines del año pasado, pero claramente no ha sido así. El recinto, que hasta 2016 y a pesar de todas sus deficiencias, era un centro de encuentro social y cultural, en estos momentos permanece cerrado y sin una actividad que permita avizorar una pronta reapertura.

También con retrasos, pero con otras características están las obras que caracterizaron el recambio de aceras del centro de la ciudad. Las obras debían entregarse durante este mes, pero a una semana de que junio termine, todavía hay tareas inconclusas.

Incluso, se está a la espera de una resolución de la Contraloría respecto a las condiciones antideslizantes que deben presentar las baldosas en los sectores en donde esta condición se exige por materias de seguridad.

El tema fue calificado por el seremi del Minvu, Giancarlo Baltolu, como un "dolor de cabeza", porque "se trató de un proyecto muy ambicioso que trató de abarcar mucho más de lo que se era capaz y por lo mismo, no hemos tenido la recepción final a la fecha". La opinión ha sido compartida en estos meses especialmente por residentes y comerciantes, además de algunos vecinos.

A pesar que todo esto hacía anticipar que los plazos no se cumplirían, nunca hubo otra voz al respecto. Algo similar se puede decir de los semáforos de la Avenida 18 de Septiembre, cuya puesta en marcha definitiva es vista por la comunidad con resignación y en momento, también con incredulidad.

Son sólo algunos de los retrasos que presentan obras de nuestra ciudad. El viernes, por ejemplo, taxistas protestaron por demoras en la ruta al aeropuerto. Sin duda se trata de situaciones que deben llevar a la reflexión y al análisis de parte de autoridades y organismos encargados, especialmente cuando se está pidiendo que se extienda el Plan Especial de Desarrollo de Zonas Extremas (Pedze).

Si somos empáticos y nos ponemos en las plumas de un ave migratoria, de esas que vuelan de Alaska a la Patagonia, imagino la pájara alegría, al ver allá abajo, en medio del desierto más árido del mundo, un pequeño oasis: la desembocadura del río Lluta, con exquisitas aguas salobres, caldo fértil de ricas cadenas alimenticias.

Sólo para dimensionar su importancia: La Región Metropolitana, con 15.403 km2, posee unas 40 especies de aves silvestres. El Humedal de la desembocadura del Río Lluta, con 2,5 km2, alberga a unas 125 especies de aves silvestres, entre residentes y migratorias. El área protegida como Santuario Natural, sólo posee 0.3 km2.

La construcción de una carretera de alto flujo por el lugar, puede parecer una aberración, pero no debe ser descartada a priori; por querer parecer ambientalista, políticamente correcto, posmoderno y/o progresista. Sería una irresponsabilidad.

Sin querer polemizar y sólo con el ánimo de generar antecedentes que permitan ver el fondo de la cuestión, hay dos consideraciones que me gustaría destacar, a saber:

1° De acuerdo a nuestra legislación, todo proyecto de envergadura, está afecto a una Evaluación de Impacto Ambiental; fundamentalmente, para atenuar sus efectos negativos mediante medidas mitigadoras, correctivas y compensatorias.

2° Hay espacios naturales muy frágiles, o exclusivos, donde la única posibilidad de protección ambiental, es Preservar, minimizando la intervención humana y procurando un uso no consuntivo de los recursos. En otros territorios, menos alterados, la opción es Conservar, propendiendo hacia una gestión sustentable del geosistema, equilibrando Crecimiento Económico, Sustentabilidad Ambiental y Equidad Social.

Como olvidar la escena de Tom Hanks, en El Náufrago. Tras ser rescatado y cenar con amigos, en la soledad de su habitación, toma un encendedor eléctrico, y con un mínimo movimiento de su dedo, genera fuego y luz a voluntad… su gran logro en la isla, después de varios días de sacrificio, había sido obtener fuego.