Original casco evitó la caída de su cabello tras las quimioterapias
Fabricado con gel pack, fue la solución para que tras el tratamiento Nayzla Lillo quedara con su pelo intacto.
Hace casi un año, a Nayzla Lillo (40) le detectaron microcalcificaciones a través de una mamografía. Nunca sintió dolor o alguna señal de que algo no andaba bien, sin embargo, apareció el cáncer.
La enfermedad conlleva una carga emocional difícil de soportar. Si sumamos al proceso una mastectomía, Nayzla no estaba dispuesta a sacrificar más de sí por el mal al que todos le temen, pero que para ella es sinónimo de bendición.
El tratamiento incluía ocho sesiones de quimioterapia. Para no perder su cabello a causa de las fuertes drogas, la mujer ideó un plan: Congelar el folículo piloso mediante gel refrigerante, creando una especie de casco, similar a los que se usan para andar en moto.
"Una persona con cáncer que está calva deja muy notorio su proceso. No estaba dispuesta a entrar en explicaciones más que con mis médicos y mi familia, así que investigué y descubrí que con hielo podía evitar la caída del pelo", cuenta.
Para no poner el hielo de manera directa en su cabeza, utilizó gel pack y resultó. Después del tratamiento, Nayzla presentaba su cabello normal, sin caídas.
"Pensé que si lo lograba, cualquiera podría hacerlo. Aunque no fue fácil, pues tuve que analizar hartas variables antes de usarlo", confiesa.
El problema principal fue trasladar el casco y saber cuánto tiempo iba a durar el frío en la cabeza, para cuadrarlo con la quimio. Otro problema es que el casco de gel sujeto con huincha quedaba feo, por lo que sobre este, se ponía un pañuelo o turbante. Para acarrearlo, un cooler fue el mejor aliado.
"Descubrí que el frío duraba unos 30 minutos. Entonces, le pedía a mi pareja que me pusiera el casco, esperaba afuera, cambiaba el casco cuando pasaba el tiempo y se llevaba el otro para refrigerarlo de nuevo. Todo el esfuerzo de él y mi hija fueron esenciales. Si no hubiera tenido su apoyo no lo hubiera logrado", reconoce.
Una raya más...
Para Nayzla el cáncer nunca fue sinónimo de muerte. Es más, reconoce que desde que se lo detectaron nunca se ha detenido a cuestionarse y mucho menos, a victimizarse.
Siempre estuvo ligada a médicos, controles y exámenes. A los 10 años sufrió un TEC cerrado con fractura craneal y pérdida de masa encefálica. "Con todo lo que he vivido, esto es una raya más para el tigre, como se dice, una batalla más que combatir. Quizás suene frío, pero no hay otra opción, se trata de colgar un rato la capa de superhéroe y repararse para seguir viviendo".
A raíz de este accidente de niñez, siempre estuvo en tratamiento pero en el sistema privado. Una vez que apareció el cáncer, su doctor de cabecera, Manuel Millán, la derivó al sistema público. "Agradezco esta decisión, porque conocí a médicos buenos que me dieron la seguridad y la tranquilidad para afrontar el proceso".
Nayzla pide que sean mencionados en esta nota. "Hablo de los ginecólogos Millán, Fica, Miranda, de la doctora Hales y el doctor Miranda de oncología del hospital. El endocrinólogo Mella y la psicóloga Ivette Brown. Ellos y el personal en general, tienen un trato muy bueno con los pacientes. La gente tiene temor del sistema público y piensa que la atención será mala o lenta y es al contrario", asegura.
Nutrición
Ya en el hospital, a Nayzla le sorprendió que el cáncer afecta cada vez a personas más jóvenes.
"Estar en una sala de oncología es fuerte, nadie quisiera estar ahí. Hay que dar una batalla y para eso, el cuerpo debe estar preparado".
Parte de esta preparación tuvo que ver con empezar a nutrir su cabello, pues además del casco, era importante fortalecer el pelo. También empezó a seguir pautas alimenticias, dejando el azúcar y centrándose en comer frutos rojos, frutos secos, integrales, verduras, frutas y pescados. Esto ayudó a no sentir los efectos colaterales de la quimioterapia y a que no se le cayeran ni las cejas ni las pestañas.
"Espero hacer charlas para contar mi experiencia a otros. No busco el lucro, lo del casco no es para venderlo, lo donaré a Francisca, una joven de 26 años diagnosticada de cáncer y que empezará su quimio. Insisto, si yo pude, cualquiera puede lograrlo", finalizó.