Como se mencionaba en la primera parte, el juez del Trabajo, además de la ley laboral, debe interpretar y aplicar la propia Constitución Política de la República para resolver estos casos. Ello implica que lo que resguarda la tutela laboral es el trabajo como concepto; es decir, corresponde a todo trabajador, cualquiera sea el régimen contractual que lo vincule a su empleador. En consecuencia, también son titulares de aquella funcionarios públicos como los docentes, de fuerzas armadas y de orden, municipales y en general los trabajadores del sector público y privado, sin distinción.

Cabe mencionar que las norma del trabajo establecen un principio esencial en el desarrollo de la relación laboral, esto es, el respeto que el empleador y el trabajador se deben mutuamente, reconociendo la función social que cumple el trabajo, idea que siempre debe interpretarse en todos sus alcances y con la máxima extensión, en la medida que son las personas, el ser humano, quien es sujeto del contrato de trabajo. Por ello, las relaciones laborales deberán siempre fundarse en un trato compatible con la dignidad de las personas; estableciendo que las facultades que la ley reconoce al empleador, tienen como límite el respecto a las garantías constitucionales de los trabajadores, evitándose de esta forma el llamado abuso de poder, en especial cuando pudiera afectar la intimidad, la vida privada o la honra de éstos.

Así, este procedimiento de tutela, además de resguardar los derechos de los trabajadores ha contribuido a mejorar el clima laboral interno de las organizaciones, regulándose de una mejor forma la relación entre empleador y trabajador.

Finalmente, es necesario aclarar que la acción de tutela laboral es una institución procesal laboral excepcional, acotada, sujeta a reglas precisas y claras, y que por tanto no debe confundirse o entremezclarse con otras materias, como el acoso laboral o el acoso sexual, que se rigen por sus propias normas y distintas a la tutela laboral.

La agresión de la que fue objeto Marcelo Salazar, instructor de una escuela de surf en el sector de la playa Chinchorro, da cuenta una realidad triste y preocupante para Arica. A simple vista, podría ser un hecho más, en el que un par de delincuentes trataron de aprovecharse de las circunstancias. Sin embargo hay mucho más envuelto.

No podemos olvidar que a pesar de la importancia que debería tener el borde costero de nuestra ciudad para el turismo que se busca promover, hay señales y una sensación de abandono que termina siendo aprovechada también por los delincuentes.

Por ejemplo, podemos recordar que en el verano fueron abiertas las dependencias del grupo de salvavidas que se ubica sólo a unos metros de donde está la mencionada escuela de surf. A eso se suman otras denuncias de ataques a escuelas similares en el sector costero.

Durante largo tiempo un grupo de deportistas que ocupaba la playa especialmente al atardecer y al caer la noche, se quejaba de la oscuridad del sector lo que la convertía en un foco de inseguridad, donde el consumo de alcohol y de drogas era advertido por quienes querían hacer actividad física.

Tras el ataque que sufrió la escuela de Salazar, se comenzaron a habilitar las luminarias del sector costero. Sin embargo existen otras carencias claras en esta zona. Áreas verdes en pésimo estado, espacios públicos y plazoletas destruidas, descuidadas, sucias, con fierros y portaciones oxidados, pavimento en mal estado, acumulación de arena, juegos infantiles rotos, y una serie de tristes características que sería largo enumerar, comunican la idea de que Arica, paradójicamente, le está dando la espalda a sus playas. Nos quedamos con El Laucho y La Lisera, pero ¿Y los kilómetros al norte de Chinchorro?

Es inconcebible que quienes hoy se preocupan por hacer de Arica una ciudad turística, con una oferta permanente en el borde costero como es el caso de una escuela de surf, sea amenazada de esta manera. La gran inquietud, entonces, es que si finalmente el vandalismo y la delincuencia terminarán ganándole espacios que deberían ser claramente para hacer de Arica una verdadera ciudad turística.