Según la Organización de Naciones Unidas (ONU) en estos momentos en el mundo más de 663 millones de personas viven sin suministro de agua potable, o sin agua cerca de su hogar, situación que las obliga a pasar horas a la espera de poder conseguir el elemento, o tener que trasladarse hasta kilómetros, hacia fuentes lejanas. Junto con ello, deben enfrentar problemas de salud y de calidad de vida asociados a los problemas de consumo de agua no potable o contaminada.

El pasado 22 de marzo se conmemoró en todo el mundo el día mundial del agua. Las cifras entregadas anteriormente, dan cuenta de la importancia y la necesidad que tiene este recurso en todo el planeta, y los desafíos asociados a su producción y disposición en todos los países.

Nuestra región no vive todavía una crisis hídrica, sin embargo, ya se ha hecho evidente la baja en los acuíferos. Es por eso que el Estado se encuentra trabajando en una serie de iniciativas tendientes a que toda la comunidad pueda acceder al recurso, incluyendo los sectores rurales, y junto con ello, administrar de la mejor manera las reservas para la región.

Por ejemplo, si se trata del consumo humano, se ha avanzado considerablemente en el proyecto de construcción de una planta desaladora. También ya se están dando los primeros pasos para hacer realidad de una de las obras más importantes en la historia hídrica de la región, como es la construcción del embalse de Chironta.

Esto, por nombrar solo algunos de los esfuerzos que se están haciendo en términos hídricos. Sin embargo hay otros que puede hacer toda la comunidad y que se relacionan con el lema elegido para este año que es "La naturaleza del agua".

Esto tiene que ver con los esfuerzos que todos realizamos para permitir que la naturaleza pueda seguir recuperándose y entregándonos a todos este elemento vital.

Todos nosotros podemos poner atención en el trato que le damos al medio ambiente y cómo somos capaces de advertir y combatir acciones y conductas que incrementan los efectos de fenómenos claves para la crisis hídrica, como el calentamiento global.

Este año 2018 se cumplen 100 años desde que el Arqueólogo alemán Friedrich Maximilian Uhle Lorenz, más conocido como Max Uhle, evidenciara desde su trabajo de rescate arqueológico en la Maestranza de Chinchorro, la tipificación de las primeras evidencias de cuerpos momificados de preparación compleja, conocidos hoy como las Momias de la Cultura Chinchorro.

En efecto, contratado por el gobierno de Chile en el año 1918 Uhle excavó en la maestranza Chinchorro estos vestigios humanos que no fueron hasta esa fecha reconocidos y estudiados, y a ese espacio original donde Uhle trabajó, se debe la denominación de "sitio tipo Chinchorro". Su publicación "Los aborígenes de Arica y el Hombre Americano" marcó un hito para la literatura científica de esa época y ha delineado el acucioso trabajo de investigación, rescate y puesta en valor de nuestra querida cultura Chinchorro.

Luego de cien años de historia destacados investigadores, han continuado esa senda de trabajo en los sitios en Arica y Camarones, desplegando su silencioso estudio en largas jornadas de campo. Estas han dado paso a sendas publicaciones científicas, cuyo impacto ha puesto en la órbita mundial a nuestra milenaria cultura. Gracias a los continuadores de Uhle, pues sin ellos todo lo hecho hasta hoy no tendría los galardones necesarios para acreditar el Valor Universal Excepcional (VUE) que pide Unesco, para la postulación a patrimonio mundial.

En torno a Chinchorro todos los ariqueños somos vitalmente necesarios. Académicos, investigadores y equipos de trabajo importantes por su expertiz, los estudiantes y maestros de colegios de Arica claves por el acervo identitario que anida en sus prácticas docentes, nuestros artistas, ciudadanos y todos los actores políticos transversalmente por su apoyo y mirada estratégica.