Mas de dos mil manzanas
No estamos hablando del dulce fruto con que Eva tentó a Adán, sino que de la unidad de superficie que habitualmente usamos para dividir la ciudad en secciones más o menos iguales.
En ese contexto, podemos decir que - según Google - Arica urbano tendría en la actualidad unas dos mil 800 hectáreas, que equivaldrían a poco menos de dos mil setecientas manzanas. Usted se preguntará, ¿cuál es la idea de hablar de este tema bastante árido, en una columna de opinión? a lo que habría que contestar que es sólo una forma de aproximar un problema que es perenne en la vida de los ariqueños, y que recientemente se hace insoportable. Me refiero a la proliferación de los hoyos - eventos, como dicen los siúticos - en las calles de la ciudad, que en los últimos meses ha alcanzado proporciones epidémicas.
Su aparición se debe a múltiples razones. Obras de mejoramiento urbano, reemplazo de matrices de agua potable y alcantarillado, instalación de semáforos, renovación de veredas y carpetas asfálticas y la lista suma y sigue.
En aras del progreso, todos estamos dispuestos a sufrir incomodidades durante un tiempo razonable. Sin embargo, sin perjuicio de todas las explicaciones que se puedan dar, no es posible aceptar que transcurran semanas y por lo general meses, para que los interventores de calzadas y veredas - entiéndase, Municipalidad de Arica, Aguas del Altiplano, Emelari y otros que sería largo enumerar - se dignen a parchar los "eventos" con la débil mezcla de arena, tierra colorada y alquitrán de rigor, cuya precaria consistencia dará origen a un nuevo hoyo en pocas semanas. Si en Arica urbano hay más de dos mil manzanas y cada manzana es un cuadrado delimitado por cuatro calles; un cálculo conservador sugiere que es posible que en Arica fácilmente tengamos algo así como 8 mil hoyos que reparar.
Así, por lo pronto no cabe otra cosa que felicitar y apoyar a los emprendedores viales - la mayoría personas sin trabajo fijo - que premunidos de una pala y un rastrillo intentan "tapar los hoyos" que vuelven locos a los conductores.