El Consejo Nacional de Televisión (CNTV) está terminando este año con un récord de denuncias por parte de la comunidad. Fueron más de 4 mil 800 los reclamos que llegaron hasta el organismo que se encarga de velar por el correcto funcionamiento de los servicios de televisión.

Entre los temas recurrentes que aparecieron en las denuncias de los televidentes, estuvieron la defensa de la dignidad de las personas, el sensacionalismo, la violencia contra la mujer y la falta de pluralismo.

Fueron estos temas los que impulsaron el fuerte incremento de los reclamos, que este año estuvieron lejos de los del año 2016, que llegaron casi a los mil 700. Es decir, cuando aún no termina este año, las denuncias fueron más del doble que en el periodo anterior.

Según informaba ayer el diario El Mercurio, los espacios que recibieron mayores cuestionamientos fueron los matinales, teleseries, realities y programas periodísticos y de entrevista. Hubo casos emblemáticos de denuncias en la televisión chilena, como lo ocurrido con Nabila Rifo o los reclamos por discriminación, violencia y maltrato que se le reprochó a un Reality.

Estas denuncias son un síntoma de lo diversa que es nuestra sociedad, de lo empoderada que está respecto de sus derechos y también de la capacidad crítica que tiene ante la calidad de los contenidos que hoy se exponen en la televisión. Eso desde el punto de vista de las audiencias.

Sin embargo, los reclamos también apuntan a lo que están exhibiendo los canales, la manera como se presentan los contenidos, los objetivos que persiguen y la empatía que logran o que simplemente no consiguen con las audiencias.

Es un tema complejo, porque la comunidad se torna más crítica y sensible. Lo que antes podía aceptarse o tolerarse, hoy sencillamente no, ya sea por cuestiones valóricas o por razones objetivas y asociadas a este empoderamiento que existe en la sociedad.

Lo cierto es que estos resultados, la dinámica que acompaña a los reclamos al CNTV, son un llamado a la revisión de los contenidos, su presentación y su reflejo y empatía con esta sociedad que también está dando a conocer sus exigencias, especialmente en lo valórico.

Uno de los conceptos más controvertidos en el estudio del lenguaje es el análisis del discurso; esto dado el caso que un texto oral o escrito, además de describir una situación, representa al mismo tiempo una posición filosófica e ideológica, dentro de un contexto histórico y social.

Así, cuando analizamos el discurso de la novelista Isabel Allende, podríamos decir que su uso del lenguaje denota una ideología feminista y progresista, en tanto que cuando escuchamos a Donald Trump, éste suena tremendamente autoritario, conservador y hasta incoherente.

Dentro de este contexto, con la segunda vuelta de la elección presidencial a la vuelta de la esquina, cuya finalidad será influir en el pensamiento de los electores, en beneficio de uno u otro de los dos candidatos. Vale decir el hablante estará tratando de persuadir a quienes le escuchan, de la conveniencia de hacer suyos los principios de su programa de gobierno. Ahí está el quid del asunto

En este sentido - cualesquiera que sea la audiencia a la que va dirigido - el discurso tendrá como objetivo el convencer al elector que - de ser elegido - el candidato va a materializar prácticamente todos los sueños y aspiraciones de quienes voten por él. Algo de suyo imposible, cuando usted lo analiza en frío, al margen del calor del discurso político.

Las estrategias discursivas más utilizadas por los candidatos para convencer al elector son la inferencia, que despierta la empatía de la audiencia; como por ejemplo decir que " vendrán tiempos mejores", insinuando que los actuales son muy malos, aunque la realidad sea lo opuesto. Por otro lado, para captar la atención de la audiencia, los candidatos suelen también recurrir a la ironía una figura literaria cuya característica es destacar una idea como justa y deseable, pero que al final del día resulta impracticable; como fue el hablar de educación gratuita para todos, hace algún tiempo.

¿cómo evitar ser seducido por el discurso político y no caer en la trampita? muy simple. Pregúntese cómo y cuándo se van a materializar las promesas hechas por el candidato y por supuesto, cómo serán financiados los proyectos.