El patrimonio ferroviario de Arica y su reencuentro con el pasado
En una sociedad donde se premia la rapidez, la calma de viajar en tren se convierte en una nueva revolución.
Muchos dirán que lo primero que identifica al ferrocarril es el sonido del silbato. Pero más allá de lo que se puede escuchar, está lo que se puede sentir.
La maquinaria que se encuentra estacionada en Maestranza Chinchorro sigue siendo imponente. El tren mueve la tierra, mueve el cuerpo, luego lo que se escucha es el silbato.
Cada 15 días desde las 10.30 sale el tren de Arica a Poconchile, como alternativa turística en la ciudad, que invita a dar una vuelta al pasado.
"Los viajes turísticos principalmente obedecen al compromiso que nosotros tenemos con la comunidad, con Arica y la región. El tren tuvo un vínculo muy importante desde su inauguración en 1913, fue un importante motor de desarrollo para toda la ciudad y la región; en ese contexto, recogimos el clamor popular a los viajes a Central, ya que mucha gente cuando niño, hijos de ferroviario y familiares, vivieron en este pueblo. Fue la estación más importante que tuvo en la red, cuando operaba con cargas bolivianas y pasajeros y lo que hemos pretendido, fue recuperar el patrimonio histórico y cultural que tiene este lugar. Por eso implementamos este servicio turístico a Central, que también complementa el servicio habitual que damos hacia Poconchile", así lo manifestó José Luis Hinojosa Ruiz, gerente general del Ferrocarril.
La ruta hacia los vestigios ferroviarios se encamina por el Valle de Lluta y un guía turístico a su vez va narrando cuánto ha cambiado el terreno. María Fresia Valenzuela Fuentes, pasajera, manifestó cuánto se ha transformado la zona.
"Llegué en julio de 1960; claro que en esos años el tren llevaba mucho más carga, llevaba cualquier cantidad de gente, donde la mayoría eran comerciantes que venían desde Bolivia a hacer las compras al puerto libre; Era un movimiento increíble. Ahora me parece fabuloso volver a viajar en una máquina, porque es como para recordar el pasado. Claro, por supuesto todo ha cambiado: los valles han cambiado, eran puras totoras, ahora la gente tiene sus terrenos preparados, incluso hay un invernadero que me llamó la atención".
Antepasados
No son muchos los peligros que surgen en el desierto, no obstante, empleados del ferrocarril se mantienen al tanto para intervenir en cualquier contratiempo que se presente en la zona.
Fredy Collado, maquinista del tren, afirma que "sólo un caso fortuito sería el mayor peligro para los pasajeros. Ahí somos nosotros los que nos encargamos de solucionar los inconvenientes que surjan", cuenta.
Por otro lado Sergio Núñez, también pasajero, resalta que "para mí fue recordar el pasado. Mi papá fue presidente del ferrocarril y fui a Central a recordar. Era bonito, había vida, colegios, de todo. Éramos unas 30 familias que vivían en unas 40 casas", remata.
La locomotora sigue su camino siendo colosal. Mientras recorre Arica, las personas de afuera la continúan saludado, porque sigue siendo un recorrido por el desierto que formó a esta región y se hace para recordar cuánto ha avanzado la ciudad.
"Recuerdo haber sido muy niño, yo tenía unos 5 años y mi familia viajaba regularmente a Bolivia a traer mercadería para vender y nunca me imaginé en mi vida que iba a estar dentro de esta locomotora, uno la veía de lejos", cuenta Marcelo Lazo, cerrando los testimonios de los pasajeros en la ruta.