Hace ya algún tiempo hemos estadoinmersos en un debate en torno al rol de la Historia y su objetivo en la sociedad.
Mucho se ha intercambiado en el debate presidencial respecto a "la Historia como tribunal o condenador", lo cierto que la Historia como disciplina científicamente elaborada no es un tribunal de justicia, tampoco los historiadores somos jueces, muy por el contrario entregamos antecedentes para comprender procesos desde una visión que puede resultar novedosa o desconocida.
De esta forma aspirar a una "Historia condenatoria" representa los aspiraciones totalitarias y arrogantes de quienes aspiran a gobernar la república.
El buscar ser un "estadista" o "atribuirse una superioridad moral" frente a los acontecimientos y lo que se debe escribir, difundir o establecer es parte la falta de generosidad política, aquella misma que es escasa en "mirar a los ojos y decir las cosas sin anestesia".
El problema de esta supuesta "superioridad moral" es que nos relega como meros números a los ciudadanos, siendo parte de un "voto útil" y no por concepciones de ideas, principios y valores, eso es parte de un proceso que la Historia deberá explicar a las próximas generaciones.
Elecciones
Este tema de actualidad es de digna preocupación, pues toda persona que reune los requisitos para ser ciudadanos y ciudadanas de nuestra tierra que nos vio nacer o a la cual llegamos tiene una parte de la soberanía nacional, por lo tanto, de acuerdo a nuestra democracia: elegir a sus gobernantes. El arma del pueblo es: el Voto, que es personal y secreto por lo tanto, ha llegado la hora de cumplir con nuestro deber y esto vaya : para la juventud que a veces como decía el Chino Ríos "No está ni ahí". Para los trabajadores que preocupados dicen "yo no vivo de la política", "si trabajo como", si no ¿qué llevo para la casa?!!. Justo por esto mismo se acentúa la necesidad imperiosa de votar de acuerdo a lo que nosotros pensamos o reconocemos en nuestros ideales de vida. Siendo la mayoría, de nuestro pueblo, de mentalidad cristiana, hemos hecho tabla rasa de este ideal, por lo tanto, los que lean estas líneas, dentro de su libertad, piénsenlo. El año 1925, la Iglesia se separó del Estado, pero los partidos políticos tienen su ideal y el que más se identifica con esto, tiene un gran papel que jugar, no sólo en Chile, sino en América y en el mundo entero, para que de verdad nos amemos los unos a los otros.
Francisco Sánchez
Historiador
Jorge Raúl Díaz Pacheco