"Dunkerque": cine en la era Brexit
Christopher Nolan transforma un rescate británico en un canto a la patria. Y lo hace en grande, con recursos millonarios y una habilidad incuestionable.
"Bernard Lee, Richard Attenborough, John Mills y un casting de miles" anuncia, en letras blancas sobre imágenes en blanco y negro, el trailer de "Dunkerque", película dirigida por Leslie Norman que fue la segunda producción más vista en Inglaterra en 1958. No solo por sus escenas épicas repletas de extras y sets gigantescos, sino que también por el sentimiento nacionalista que Norman buscaba detrás de uno de las humillaciones militares más sentidas de la Segunda Guerra Mundial. En las pequeñas historias de sobrevivientes -y en una comunidad que respondió al llamado de Churchill de usar embarcaciones pequeñas para ir en busca de las tropas acorraladas por los alemanes en el puerto francés de Dunkerque- parecía radicar cierto heroísmo colectivo, aunque la Operación Dínamo, como se llamó la retirada, haya arrojado miles de víctimas.
No es de extrañar que un cineasta ambicioso como Christopher Nolan -que además es inglés- haya escogido la misma aventura cinematográfica, y el mismo enfoque, para coronar su escalada de proezas. Después de un debut asombroso, pero más empeñado en celebrar sus propios mecanismos narrativos que en contar una historia ("Following"), un thriller ingenioso y efectista ("Memento"), una trilogía que le dio oscuridad al universo de los superhéroes ("Batman") y un capricho sobrevalorado ("El origen"), se entrega a una de los desafíos máximos del cine: filmar una película de guerra. Lo hace con el antecedente olvidado de Leslie Norman y, hay que admitirlo, con una vara que incluso a un buen artesano como él le queda alta: el magistral plano secuencia de los eventos en Dunkerque que ofreció Joe Wright en "Expiación" (2007).
Nolan también piensa en términos de desafíos técnicos. Para el espectador más escéptico, "Dunkerque" podría no ser más que un despliegue hábil -y respaldado por millones de dólares- de dispositivos cinematográficos. Al inglés no le interesan los diálogos ni amplificar el conflicto con una galaxia de contextos ni subtramas. Lo que le importan son las acciones (la retirada por cielo, mar y tierra) detalladas, intercaladas, confabuladas en beneficio de una tensión constante que tiene como protagonistas a un joven soldado que buscar escapar, a un hombre que ha salido junto a su hijo al rescate de los militares, a un aviador que libra una batalla en el cielo o a un comandante que lidera el embarco de cientos de combatientes. Como en "Mad Max: Furia en el camino", "Dunkerque" es una suerte de escena larga en la que la acción es continua. Como no suele pasar en el cine bélico, donde personas mueren como si fueran hormigas, Nolan dimensiona el impacto que tiene una pérdida humana. Cuando se concentra en sus personajes protagónicos, potencia la violencia sonora de un balazo o dramatiza la escena en que un piloto trata de escapar desesperadamente de un avión que ha caído en el mar. Su inédita "humanidad" le quita frialdad a una coreografía minuciosa.