María José Collado Rojas
Liliana Trigo recuerda que por años, ella y gran parte de los habitantes del valle de Lluta debían salir con el rostro cubierto con malla y las manos con guantes, además de todo el cuerpo tapado, para no ser atacados por los molestos jerjeles. Por años, la plaga estuvo fuera de control y aunque se realizaron planes de fumigación, estos no dieron resultado.
Mediante el uso de un controlador biológico (Bacillus thuringiensis var. israelensis), el Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias (Inia) logró en un periodo de tres años, un control del 100% de la población de larvas en Lluta y 95% en Camarones.
Patricia Estay, coordinadora nacional del Programa de Sanidad Vegetal del Inia, explicó que el proyecto dio como resultado el manejo integrado de la plaga.
"Las picaduras son provocadas por la hembra que requiere de una proteína presente en la sangre tanto animal como humana", explicó. Estay detalló que la estrategia utilizada para combatir a los hematófagos fue posible gracias al apoyo de especialistas internacionales. "Realizamos un control biológico con un bacilo que solo mata a las larvas de esta especie. En abril del año 2014 iniciamos las aplicaciones en Lluta y Camarones".
Fue así como, a partir de entonces, los profesionales aplicaron este controlador biológico en las bocatomas de los ríos y cauces de agua.
"En el 2014 teníamos un promedio de 886 larvas promedio por piedra y bajamos a 5.5 en abril de 2016. Este año, hemos llegado a cero en algunos lugares, por lo que es evidente la disminución y su efecto en la población, la que hoy cuenta con menos picadas", destacó.
Liliana Trigo, presidenta de la Asociación Gremial de Agricultores de Lluta y habitante del lugar, agradeció el programa ejecutado por el Inia. "Hemos visto una baja considerable de jerjeles y hoy podemos decir que están casi controlados. Lo bueno es que con esta técnica no se daña a otras especies como las truchas, camarones o libélulas, que sí sufrieron con otro tipo de control de plagas", puntualizó.