"Paterson": la métrica de la cotidianeidad
El escritor estadounidense-argentino Mike Wilson aborda su reciente obra, "Ártico:una lista", una nouvelle escrita en el frío supremo del fin del continente y que cuenta una historia en formato libreta de apuntes. Este jueves llega a la cartelera local la película de Jim Jarmusch, un elogio a la vida rutinaria de un conductor de buses que bebe de la inagotable obra homónima del escritor William Carlos Williams.
Si en "Leñador" (Fiordo, 2013) Mike Wilson proyectó un universo a la vez dudoso y certero, en formato de almanaque poético que congregaba herramientas, prácticas y objetos del bosque, en "Ártico: una lista", su más reciente novela, el escritor planea en menos de cien páginas por el zoológico abandonado de una ciudad invernal. El sujeto de la narración en el primer libro es un hombre que huyó de la guerra y del fracaso; en el segundo es un tipo al garete, amante sin amada, que enumera el abandono del paisaje para no constatar su debacle.
Wilson, autor estadounidense-argentino radicado en Chile, logra calar los huesos gracias a enunciados breves y desolados, proyectados en el papel como un deambular por sitios olvidados, entre frío y silencio, desmontando una historia de amor. Es una lista angosta y continua, una columna que parece un poema eterno y también nouvelle.
-¿Cómo, cuándo y dónde fue escrito "Ártico"?
-Lo escribí en Ushuaia, durante el invierno del 2015, lo escribí en dos viajes: el primero en junio, el segundo en julio. Fui hasta allá porque ese invierno, a fines de junio, no estaba haciendo frío en Santiago y eso me frustraba. Fui en busca del frío y partí el libro anotando ideas en forma de lista y no me detuve, me fui dando cuenta de que el libro se estaba dando en ese formato, así que no lo cuestioné.
-¿Cómo iba encabalgando las palabras, qué cuidado dio a su elección?
-No sé, no fue algo que sistematicé. Fue más bien un proceso orgánico, tampoco estaba buscando que encabalgaran así como a veces se busca en la poesía. Al escribir lo pensaba como narrativa, o por lo menos pensaba en el ritmo de esa manera. Lo que resulte ser, al final no me preocupa mucho.
-¿Cómo es Ushuaia, sabía algo del lugar antes de ir?
-Sí, sabía de Ushuaia. Es un lugar impresionante en el invierno. Más que nada por lo aislado que se siente, especialmente como espacio mental, saber que estás en el fin extremo del continente.
-¿Recorrió la ciudad, qué rutinas tuvo esos meses?
-No recorrí mucho la ciudad, bajé caminando al canal Beagle varias veces, la posada en la que me quedé estaba cerca de ahí. Nevó muchísimo durante mis estadas. Salía a caminar un poco y el resto del tiempo me quedé en la posada escribiendo.
-En "Ártico" uno de sus personajes -la Coja- dice que "el frío es Dios". ¿Cómo llegó a ese enunciado, qué sentido tiene?
-Me interesa la estética del frío y no sé, quizá toda estética tiene su metafísica. También el libro habla de los copos de nieve, de cómo cada copo fractal es una religión que dura unos segundos en la mano hasta que se derrite. Ahora pienso en un animé que se llama Mushi-Shi, que es muy bueno, en el que se le otorga metafísica a cosas como la nieve o el viento. En cuanto a la declaración de la Coja, es una referencia a la victoria inevitable del frío, que cuando se extingan los astros, el frío será todo; cuando no quede nada, toda temperatura se va a ausentar.
-¿Por qué el frío y el silencio?
-Creo que vienen juntos, especialmente el frío extremo. He vivido en lugares donde hace mucho frío y cae mucha nieve. El silencio acompaña esas condiciones, absorbe el sonido, las cosas se sienten distintas, incluyendo el transcurso del tiempo. Me parece una temperatura y paisaje fértil para la memoria, para recordar sin tiempo.
Espacio y naturaleza
Mike Wilson nació en Misuri, Estados Unidos, y ha vivido entre ese país, Argentina y Chile. Lo invitaron en mayo pasado a la última edición de la Feria del Libro de Buenos Aires, donde se sumó a un diálogo sobre "Espacio y Naturaleza en la Literatura Latinoamericana". Al final se habló bastante más del espacio en general. "El espacio es algo que siempre me ha interesado, más que la naturaleza, que para mí es otro espacio, quizá menos codificable o no codificable en relación a la ciudad", asegura el autor.
-¿Qué hay con la naturaleza que no le ha interesado tanto?
-No es que no me interese, es un espacio que me sirvió para lo que buscaba especialmente en el caso de "Leñador", por la tensión que produce con el lenguaje, por su incompatibilidad con el signo. Pero a la vez, la naturaleza en sí no es algo que trabaje más que otro tipo de espacio.
-Sobre el espacio, ¿cuánto ha determinado lo que ha escrito el lugar donde sucede?
-Mucho, creo que los lugares son centrales en lo que escribo. Es lo primero que tengo claro al escribir, el lugar y el tipo de espacio donde ocurre.
-Al momento de la escritura, ¿tiene alguna especie de mecánica o cada vez es diferente?
-No, no soy muy sistemático al escribir. Suele variar de un libro a otro. Cuando algo me obsesiona, escribo, quizá una par de horas al día. Eso suele ser igual con todos los libros. Cuando termino un libro dejo de escribir, a veces por mucho tiempo, años.
-¿Qué ha aprendido con sus libros sobre el proceso de escritura?
-No sé si aprendo algo, los libros me sirven para resolver cosas que tienen más que ver con la experiencia, pero no creo que sea lo mismo que aprender.
Autores y series
Como profesor de la Facultad de Letras de la UC, Mike Wilson suele escribir ensayos y hacer traducciones. Las dos últimas han sido "Conferencias sobre ética" y "Observaciones sobre la rama dorada de Frazer", uno de sus autores favoritos: Ludwig Wittgenstein. Cuenta que también ha estado releyendo "El Eternauta" y que se compró "Glaxo" de Hernán Ronsino. Además, está viendo "Twin Peaks" y le está gustando mucho. "Creo que Lynch está logrando retomar la serie sin imitarse, pero a la vez hay cierta consistencia en el lenguaje visual y en esa habilidad para estar siempre a punto de perturbarte, sin tregua. Es impresionante", añade este escritor que también gusta de novelas gráficas como "Paper girls", "Blankets", "Perramus" y "Parque Chas".
-¿En qué está ahora?
-No estoy escribiendo ahora. Lo último que escribí fue "Scout", hace más o menos un año.
La paradoja de los premios: "Paterson", la excelente última película de Jim Jarmusch, no obtuvo reconocimiento alguno en el Festival de Cannes, pero es de las pocas películas de la edición 2016 que quedaron en la memoria de los asistentes. El director, que en 1984 se llevó la Cámara de Oro con "Extraños en el paraíso", demostró que el cine es para él una extensión natural de sus inquietudes como artista (también pinta, escribe y graba discos), otra forma de plasmar reflexiones en torno al paso por este mundo y la creación. En este caso, la poesía como oficio espontáneo, lejos de los sinsabores y los egocentrismos de la profesionalización.
Paterson (el siempre impecable Adam Driver) es un chofer amable y relajado que nunca ha pensado en publicar un libro o dar a conocer los poemas que diseña mientras maneja su bus por las calles de una ciudad que conoce como la palma de su mano y que, curiosamente, lleva su nombre (Paterson, Nueva Jersey). Luego ordenará esos textos en una libreta que atesora como si fuese un cofre de momentos irrepetibles. No tiene mucho más: una casa chica pero acogedora, una novia encantadora que busca su vocación artística (la actriz iraní Golshifteh Farahani), un perro doméstico y, especialmente, un lugar seguro en el mundo. Aquí ha armado una vida que garantiza su equilibrio existencial. Paterson recorre Paterson rutinariamente y en las noches acude a un bar donde observa los dramas que afectan a los parroquianos, como un espectador que nunca deviene en protagonista.
Entrañable elogio de la vida rutinaria, "Paterson" es un ejercicio de lirismo, un estudio de personaje estructurado sobre los siete días de una semana, una película en métrica que confirma el talento de Jarmusch en la construcción de simetrías perfectas.
El guiño literario opera más allá de lo estructural y lo anecdótico. Los poemas minimalistas y simples de Paterson fueron creados para la película por Ron Padgett, perteneciente a la escuela de Nueva York junto a Frank O'Hara. Y la película toma inspiración de "Paterson", el poema épico que William Carlos Williams publicó en cinco volúmenes, entre los años 1945 y 1958, mientras trabajaba como doctor en la pequeña ciudad (al igual que Paterson, el personaje, alternaba la poesía con su incursión en servicio público).
Su intención fue llegar a la esencia del lugar, acercarse al habla común del ciudadano americano y levantar una obra literaria exenta de aspavientos intelectuales que pueda funcionar como monumento. Lo bueno de "Paterson", la película, es que no es necesario leer el libro para apreciarla. El cine de Jarmusch ha estado siempre repleto de referencia (Elvis Presley y Carl Perkins en "Mystery Train", William Blake en "Dead Man", William Burroughs y Christopher Marlowe en "Only lovers left alive",…), pero termina siendo siempre un mundo aparte. El cineasta canoso que alguna fue punk lo hizo de nuevo.
adam driver interpreta a paterson, un conductor de bus.