Mi profesor y maestro Guillermo Focacci, precursor de la arqueología ariqueña, solía contar la anécdota de unas damas que, al visitar el Museo Arqueológico de Azapa, comentaban: ¡mira lo que comía la momia!, ¡mira cómo se vestía la momia!… y moviendo la cabeza, susurraba: ¡cómo si nunca hubiesen sido personas, sólo un grupo de momias!
Algunos años después, tengo la misma impresión: en Arica sólo vivieron momias, pues lo único que conocemos de su pasado, más por chauvinismo que por interés cultural, es el periodo arqueológico de las "Momias Chinchorro"; lo que tiene un gran valor, pero pone en evidencia la ignorancia y total desconocimiento de nuestra Historia Colonial y Republicana, esa que se inicia con el arribo de los españoles a las Costas de Ariacca y se extiende hasta el Asalto del Morro. Entonces, se inicia la historia chilena, la verdadera historia, la oficial, la de los vencedores, la que merece ser celebrada legalmente. Al ocultar todo vestigio peruano, quedó atrás un largo período sin actividad humana, una gran laguna desértica, perdida como libros empolvados en la noche de los tiempos.
¿Quién fue el Fundador de Arica: Hipólito Unanue, Lucas Martínez o Guillermo Billinghurst?, ¿Cuándo?, ¿Dónde está su estatua?, ¿Qué calle lleva su nombre?
Hay aquí un vacío del que debemos hacernos cargo. El origen de este olvido histórico, sin mayor análisis, está asociado al proceso de chilenización gestado después de la Guerra del Salitre, en que no se escatimó esfuerzos por eliminar toda referencia al pasado peruano de la ciudad. Fue muy eficaz, una verdadera limpieza étnica mental. Como diría Pierre Bourdieu, un brutal ejemplo de violencia simbólica,…que perdura hasta hoy.
La historia narra el pasado, pero como la construimos en el presente, con nuestros lentes culturales, nos refleja, nos revela, habla de nosotros, nos reconoce; consolidando nuestra identidad y sentido de pertenencia. Un buen inicio, es aceptar que nuestra Historia es andina, europea, esclava, mestiza, zamba, criolla, peruana, china, boliviana y chilena, pero por sobre todo, es ariqueña. Una historia a medias, medio nos define.