Michael Silva y la parábola del desierto
Esta semana se estrenó "El Cristo Ciego", aclamada película de Christopher Murray que sigue a un "iluminado" que predica a través del norte chileno y, de paso, confirma el talento del actor chileno.
Hay que estar atentos a Michael Silva. En su corta carrera ha aceptado desafíos complejos, como interpretar a Jorge González ("Sudamerican rockers") y a uno de los atacantes de Daniel Zamudio ("Zamudio") para la televisión, además de actuar bajo las órdenes de realizadores consagrados como Pablo Larraín, en "Neruda", y Rodrigo Sepúlveda, (en la aún no estrenada miniserie "62, Historia de un mundial").
En "El Cristo Ciego", de Christopher Murray (estrenada en el Festival de Cine de Venecia), tiene el reto de minimizar sus recursos expresivos en virtud de una película naturalista y lacónica, cuyo elenco está principalmente compuesto de personas que no tienen experiencia en la actuación. Un trozo de realidad para narrar el peregrinaje de un falso Cristo. Un joven que de niño vio una epifanía que lo marcó de por vida al punto de creerse un "elegido" que puede curar a las personas de sus males. En este caso, los habitantes del desierto nortino, azotados por la miseria y la falta de expectativas.
En una apuesta más bien contemplativa que no abusa de los diálogos, Silva se ve impulsado a actuar con los gestos, los silencios y las miradas; distanciándose, al mismo tiempo, de las caricaturas esperables a la hora de encarnar a un estafador. El Cristo de Silva no es consciente de lo improbable (el escepticismo residirá en el espectador), sino que sigue su fe como una iluminación. Recorre el desierto en busca de almas en pena, cuenta historias marcadas por la "gracia" y se impone -como cruzada personal- sanar a un viejo amigo que, según los rumores, está gravemente herido.
Murray mira hacia Pasolini -y también hacia el Nuevo Cine Chileno- para componer un filme sobrio que evita aspavientos emocionales y funciona como una pequeña fábula. Así, se gana un lugar singular dentro de nuestra cinematografía, lejos de las denuncias obvias, las modas, las caricaturas, el ruido.