Cambió los tacones por bototos y grúas
Rosángel Cavieres no se imagina haciendo otra cosa que no sea manejando maquinaria pesada. Hoy, tiene 40 hombres a su cargo en el puerto de la ciudad.
Hace cuatro años, Rosángel Cavieres (33), llegó hasta las oficinas del Terminal Puerto Arica (TPA) con su currículum bajo el brazo. No tenía experiencia laboral, pero sí muchas ganas de ejercer lo que ella califica como "lo que siempre soñé".
Quizás la influencia de su padre camionero, la llevó a amar las máquinas desde que era niña. Se veía encaramada en grandes vehículos, manejándolos, siendo parte del tejemaneje de una empresa importante, desde donde ella pudiera aportar con sus ganas de salir adelante.
Cuando Rosángel se entrevistó con la jefatura en aquella primera vez, causó la desconfianza que puede generar una mujer al querer enfrentarse a un mundo laboral socialmente asumido como "para hombres". Sin embargo, el TPA confió en sus capacidades y la puso como operadora de grúa horquilla. La primera fémina en realizar este tipo de labores.
"Cuando ingresé a este trabajo, mis compañeros me recibieron bien y me apoyaron bastante. Así fui adquiriendo experiencia y saliendo adelante", recuerda.
La mujer destaca que nunca ha tenido problemas para trabajar rodeada de hombres- anteriormente trabajó en Sodimac igualmente siendo la única entre sus colegas- y que ha tenido la suerte de toparse en el camino con compañeros que no la han discriminado en su labor.
Las ganas que Rosángel le pone a su trabajo diario hicieron que fuera ascendida a encargada de operadores en el puerto. Ahí ve los turnos, asigna las faenas y tiene a nada menos que 40 hombres a su cargo.
"Los trato como a mis hijos. Los apoyo y los aconsejo. Siempre les recalco que las cosas se ganan, que nada es regalado", dice.
Daniel Romero, jefe de administración de personas del TPA, comenta que en un inicio existieron bastantes prejuicios en cuanto al ingreso de una mujer al trabajo portuario, que es un rubro machista por naturaleza.
"El puerto tiene varios conceptos del hombre arraigado al mar, más aún dentro de equipos que manejan cargas de gran tonelaje. El hecho de que Rosángel ingresara y sin tener mucha experiencia fue complicado, sobre todo porque el hombre de puerto es muy dominante", confiesa.
Rosángel se enfrentó a grandes presiones en los primeros días de trabajo, pero logró demostrar con creces que estaba a la par con cualquiera de sus colegas varones.
"El proceso fue bien positivo porque se mostró súper empoderada y hoy en día ella coordina. Queremos quitar el estigma de que existen trabajos que son masculinizados", puntualiza Romero.
Al llegar a casa
Rosángel es madre soltera. Tiene dos hijos de 14 y 9 años. Como cualquier mujer jefa de hogar, se levanta temprano, prepara a los niños para la escuela, les da desayuno y parte al trabajo.
Antes se ocupaba de manejar toneladas arriba de la grúa, trasladándolas de un lado a otro. Hoy su función es más administrativa pero no por eso, menos demandante.
"Al terminar el trabajo hay que continuar con la casa. El aseo, las tareas de los niños, ver si tienen todo limpio...el trabajo es algo que no termina nunca", sentencia.