A las personas que conformamos la asistencia habitual a las jornadas de cine en el auditorio de la Biblioteca Municipal, y generadas por Cinearte Arica en coordinación con el municipio de Arica, nos ha sorprendido que no exista la continuidad de este espacio, con la nueva administración alcaldicia.
Quizá el nuevo alcalde no supo o no ha sido informado de la importancia que ha tenido este espacio en una comunidad ariqueña diversa. Quizá tampoco haya tenido la oportunidad de conocer la trayectoria, entrega y conocimiento de Daniel Valcarce, productor y creador de esta iniciativa.
El espacio (viernes/sábado) vino a llenar no sólo un vacío para el mundo cinéfilo local, sino que concitó el interés por el cine de buena calidad tanto a jóvenes como adultos generando a la vez diálogo y participación cultural, dada la motivación de este profesor universitario con estudios especializados en cine.
Si bien el Departamento de Cultura puede generar su propia programación en materia del séptimo arte, creemos que aquí hay cierta falta de consideración a un trabajo que seguramente no ha sido fácil para Valcarce, y también una falta de consideración a ese público que se conformó poco a poco y que se amplió muchas veces a una nutrida asistencia, dada la calidad de los ciclos de cine exhibidos, y que muy pocas veces, por no decir nunca, se habían dado en nuestra ciudad.
Creo que vale la pena un esfuerzo de la administración municipal para coordinar instancias como esta valiosa gestión de CineArte Arica, con otras, tales como Miradoc, o la programación propia que estimen, pero no nos dejen sin el ciclo de CineArte, pues en el fondo ya pertenece a la comunidad, al igual que el propio auditorio de la Biblioteca Municipal, si creemos que el uso de los espacios culturales debe ser consultado a los propios usuarios del mismo.
Garabatos
Para muchos chilenos, entre los que me incluyo, el expresarse y dirigirse a las personas, con garabatos , apodos y otros calificativos poco académicos, se ha transformado en algo tan normal, que lo hacemos sin importarnos las personas ni el lugar donde estamos. Nuestra lengua madre, se ha tergiversado de tal manera, que poco a poco hemos ido creando una nueva forma de comunicación, que solamente nosotros entendemos. Lo más grave de esta situación, es que las nuevas generaciones, están creciendo con la incertidumbre de no saber realmente cual es nuestro idioma, y podemos escuchar a los niños desde muy pequeños, expresarse más ,en un perfecto "chileno" que en castellano o español. En todo caso no se trata de ser "mojigatos", si no que ser ubicados en el tiempo y el lugar.
Yanett Fuentes R.
Jorge Valenzuela Araya