La tragedia aérea del club deportivo Chapecoense del fútbol brasileño, ha impactado al mundo entero. La globalización y el rápido acceso a la información no sólo permitieron conocer el horror de un hecho tan impactante en muy poco tiempo, de manera casi instantánea, sino que también ha expuesto otros alcances de los cuales el planeta ha sido testigo.

No sólo la magnitud del accidente que costó la vida a 71 pasajeros -19 de ellos jugadores del club- ha conmocionado al mundo; también sus circunstancias, el contexto y sus consecuencias. Precisamente, los efectos que ha tenido han llamado la atención y han cambiado la mirada que existe del fútbol como competencia y rivalidad, cuando un desastre lo golpea. La primera señal fue la voluntad de coronar campeón al Chapecoense, en un gesto tan lógico como noble. Sin embargo, los mayores actos de grandeza comenzaron a verse en el corazón del fútbol, en los hinchas, quienes en otras ocasiones son el centro de las críticas que se hace a esta actividad, debido a rivalidades.

En Medellín, los fanáticos llegaron al Estadio Atanasio Girardot para rendir un homenaje al club de Chapecó y a sus hinchas, mientras que lo mismo se hacía en la ciudad brasileña. Aficionados colombianos usaron por primera vez una camiseta de un equipo rival, precisamente para entregar su respeto a quienes no pudieron demostrar su valor deportivo en la cancha.

El miércoles, en el estadio Monumental, el tenor Tito Beltrán se sumó a los homenajes, junto a los hinchas de Colo Colo y la Universidad Católica, con un lienzo incluido. En Europa se dedicaron goles, minutos de silencio y reflexiones. Y así, una a otra se fueron sucediendo las muestras de la grandeza que aún tiene este deporte, una grandeza que se deja ver en la importancia que se da al ser humano, relevado por sobre un trofeo. Evidencias de que los escudos, las copas, los títulos pasan a un segundo plano cuando de la vida de personas se trata.

En medio de la pena infinita de una catástrofe como la del Chapacoense, asoman también los aspectos más nobles que aún guarda en su espíritu el fútbol.

2 de diciembre de 1985

En el Fortín Sotomayor la juventud ariqueña dio rienda suelta a su energía durante el Bailetón 85 a beneficio de las obras de COPRAL. La actividad tuvo un éxito notable. Mientras tanto en la Plaza Colón ayer a mediodía La Estudiantina recreó a los ariqueños con bailes llenos de ritmo y reminiscencias pampinas.

De a poco diferentes entidades y colegios se van sumando en Arica a la campaña de la Teletón, esperando que la ciudad pueda cumplir y hasta superar la meta lograda en la última versión.

Cuarenta y cuatro años duró el vuelo existencial del aviador y escritor francés Antoine de Saint-Exupéry, aquel que ha sido considerado como "un narrador mágico, aviador que traspasó fronteras, que unió ciudades y pueblos diversos y que emprendió un vuelo mayor con destino a lo más profundo del ser humano. Lo que allí descubrió se convirtió en el motivo definitivo de su vida y lo entregó con fuerza abrasadora" (S. Lamas en "El Mercurio")

Saint-Exupéry es considerado en las antologías como un fiel exponente de la literatura contemporánea. Es uno de los autores que dio a Francia una nueva dinámica en esta disciplina -clásica decimonónica hasta ese momento- recobrando un sentido más singular, exaltando la individualidad por sobre el tratamiento colectivista. Tal vez por ello no es sólo considerado como un mero escritor vivencial, amparado en experiencias de vuelo personal, sino también un pensador.

Su celebridad con el tiempo se ha concentrado en una de sus obras que más impacto sigue causando "El Principito" (130 millones de libros vendidos en más de 200 lenguas) un relato corto narrado en un lenguaje casi infantil, pero dirigido con un nítido mensaje al mundo adulto en una suerte de disfraz con claro poderío en su contenido. Todo es simbología y metáfora en un texto eternamente joven que no es no es sino el alma de cada hombre en busca de comunicación con los demás. "He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos".

Tal como en sus relatos de aviadores perdidos, la vida de Antoine de Saint-Exupéry se perdió en julio de 1944. Su cuerpo aún no aparece, pero su aliento continúa volando así como lo están haciendo los espíritus de los 71 deportistas víctimas de la tragedia aérea de Medellín, Colombia.