Arica está entre las ciudades con menos kilómetros de ciclovías a nivel nacional, según estadísticas de kilómetros ejecutados y en comparación con lo que ha estado ocurriendo en otras regiones del país, algunas, con condiciones naturales y topográficas menos amables para el uso de la bicicleta como medio de transporte.

Hace unos días, el diario "El Mercurio" dio a conocer el estado de avance del plan anunciado por el Gobierno en 2014 y que propone la construcción de 190 kilómetros de ciclovías en el país, como una manera de fomentar esta manera de movilizarse. Y en este contexto, nuestra región aparece como una de las que menos kilómetros tiene ejecutados.

Se debe concordar que la tarea para Arica no era menor. En términos simples, la ciudad está partiendo prácticamente desde cero, si se habla de ciclovías funcionales, no solo para turismo o paseo. Antes de la construcción de la ruta para ciclistas en la Avenida Santa María, un breve recorrido en una cuadra de Tucapel y otro en la Avenida San Martín, era lo que había de este tipo de infraestructura.

Hoy ya se puede hablar de más de seis kilómetros, agregando el buen trabajo que se ha realizado en Santa María. Esto ha permitido posicionar a la bicicleta como un medio de transporte válido para la comunidad, y no sólo como una entretención. Y a este proyecto se debe agregar lo que se viene para la avenida Renato Rocca.

Existe un horizonte amplio respecto a la labor que se debe realizar con las ciclovías. Un dato interesante es que Arica tiene prácticamente la misma proporción de habitantes que se trasladan en bicicleta que la que registra Santiago (un 7% de la población), una ciudad que guardando las proporciones, tiene en estos momentos tiene 242 kilómetros de ciclovías.

Pero nuestra ciudad va por un buen camino. Hay avances que no se pueden desconocer, avances que tiene que ver también con un proceso de internalizar la cultura del uso de este medio de transporte. En el futuro cercano, las necesidades hablan de conversar más y seguir incorporando a los usuarios a la hora de formular los proyectos.

El resultado de la "negociación colectiva" de los trabajadores del sector público causó daños a los trabajadores, a los usuarios de servicios públicos y al propio Gobierno al fracturar a la Nueva Mayoría y al gabinete. Los daños de esta negociación continuarán, pues ahora viene el ajuste de cuentas por los días no trabajados y, peor aún, las negociaciones colectivas (de verdad) del 2017 que afectarán a importantes sectores industriales.

Esto se habría producido porque, se dijo, hay que ser responsable con el presupuesto. De hecho éste aumenta menos que el reajuste de los funcionarios (2,7% contra 3,2%) y, en efecto, la necesidad de disminuir el gasto hacía difícil acoger lo solicitado por los trabajadores.

Pero ese es el trabajo de los políticos, decidir sobre opciones difíciles. Más aún, no parece clara la razón por la que el Ministro de Hacienda encabezara esta negociación; es como si en una empresa la negociación la llevara el cajero.

Se aprovechó de desprestigiar a los trabajadores públicos diciendo que les pagaban "mucho" y eso tampoco es el punto (además la "evidencia" que proporcionó la UC es bastante mala). Es que todos los trabajadores del mundo tienen derecho a negociación y a huelga. Nuestro país, de hecho, es firmante del convenio 151 de la OIT ¡desde el año 2000! (DS 1.539) que regula los derechos de los trabajadores públicos. Pero en ¡16 años! no se ha modificado el Estatuto Administrativo para hacer efectivo dicho DS.

El convenio regula, entre otras cosas, la forma en que se pueden realizar huelgas de trabajadores públicos y la forma que se resuelve en casos que la huelga no se pueda realizar.

Este pésimo resultado entonces es producto de una mala negociación, conducida por quién no debiera, sin reglas, al modo de una riña callejera, y se resuelve, finalmente, por la vía de los hechos; en un acuerdo forzado en el parlamento.

Una colección de despropósitos que enseña cómo no se deben hacer las cosas.