Pareciera que como sociedad local, nos costara saldar la deuda que tenemos con la limpieza y la belleza de la ciudad. Llama la atención que aun cuando se había anunciado que durante al menos un par de días no habría recolección de basura, debido a la movilización de los funcionarios públicos a la que se habían plegado también trabajadores municipales, de todas formas hubo quienes sacaron los desperdicios a la calle.

El problema de la suciedad en Arica es un tema que ha sido reconocido por la comunidad y planteado como una de las principales tareas que tenemos como sociedad local en términos ambientales. Como se ha comentado en otras oportunidades, se trata también de una cuestión de salud pública.

Es tan serio que las autoridades municipales y de Salud hace un tiempo ya que pusieron en marcha una campaña que invitaba a hacerse a todos parte de este problema. "La Basura, un problema de todos", anunciaba la campaña que se replicó en medios y en la vía pública.

Sin embargo, los hechos muestran que la ciudad necesita una campaña mucho más intensa, que involucre de manera más directa a la comunidad en la educación y que por supuesto, también considere la fiscalización necesaria para que los objetivos se cumplan.

Nuestra ciudad es víctima de una serie de microbasurales. Se debe reconocer que cualquier sector medianamente despejado es susceptible de ser convertido en un pequeño vertedero, donde cualquier persona va a botar los desperdicios

El compromiso es algo respecto a lo cual se debe trabajar particularmente con las nuevas generaciones, que son las encargadas de no sólo cuidar esta tierra, sino que también tendrán que limpiar y restablecer todo aquello que la actual generación no ha sabido conservar.

Un tema que tiene hoy alcances mayores, hacia desafíos como el turismo, por ejemplo. Ya se vislumbra en las redes sociales el llamado a cuidar las nuevas obras que han sido inauguradas en Arica, particularmente, algunas de las cuales también han sufrido no sólo por descuido, sino hasta por desprecio.

Con el correr de los días queda claro que la reciente Elección Municipal no era más que un ensayo para la presidencial y parlamentaria (y otros) de 2017. También es claro que a los dirigentes políticos no les gustó el resultado. Todos se sienten perdedores, debido a la abstención récord que hubo. Como algunos saben, fui candidato a concejal y casi gané (es decir perdí) y creo que la experiencia puede ayudar a interpretar al electorado. Eso es importante porque se está cuestionando la legitimidad de la democracia y las instituciones chilenas. Algunos están proponiendo volver al voto obligatorio y otros subir el gasto electoral aumentando los aportes a partidos y campañas.

Con ello se dice implícitamente que las elecciones son parecidas al ciberday; a los ciudadanos hay que "arrearlos" por la buena o por la mala.

Lo que yo vi, es que mis electores resultaron ser personas motivadas por proyectos e ideas. Tuvieron la paciencia de leer unas largas "encíclicas" que cada cierto tiempo emitía a través de las redes sociales. Llevaron a votar a sus familiares y amigos. Preguntaban detalles y discutían ideas. Muchos no estaban de acuerdo conmigo y otros (nunca faltan) sólo me insultaron.

Creo que eso era parecido en las otras campañas. Los que votan son los que se entusiasman, se involucran y les interesan los proyectos colectivos. Tienen ideas propias, pero son capaces de trabajar con personas que piensan sólo parecido.

Y eso está faltando. Los partidos están buscando "figuras" (personajes en realidad), en lugar de proyectos. El error es obvio, pues, más allá de los juicios sobre la gestión del actual gobierno, no se puede negar que ha sido un gobierno transformador. Logró cambios profundos que los gobiernos "de administración" anteriores no habrían soñado.

Eso se logró con un muy amplio acuerdo programático (algunos dicen hoy que el programa no es sagrado, es decir no hay que cumplirlo, y eso sólo revela que no lo leyeron antes de apoyarlo). Y es eso, justamente, lo que no se está haciendo.