Compañeros de juegos
La Gatita Mía y la Perrita Juli compartiendo la tarde jugando.
La Gatita Mía y la Perrita Juli compartiendo la tarde jugando.
Con todo lo bueno que trae la primavera y sus días soleados y ricos para pasear al aire libre, visitar parques y hacer picnics, llegan también unos visitantes no muy amigables: las pulgas.
No es que hayan desaparecido en el invierno y ahora aparezcan, sino que las pulgas, al igual que otros bichos de aire libre, hibernan. Las pulgas pueden vivir en las alfombras, muebles, suelos de madera e incluso en baldosas y hormigón. También pueden hibernar durante un máximo de dos años, pero una vez que la casa se calienta, los huevos eclosionan y van a buscar una mascota para alimentarse de esta... ¡O sea de sus gatos y perros! ¡Guácala!
Así que llegan los días lindos y estos seres despiertan de su mágico sueño para empezar a hacer lo que mejor saben hacer: picar a tu mascota y poner huevos sobre la misma. Después de la primera picadura ponen hasta 2.000 huevos en las primeras 36 horas. Se alimentan de la sangre de tu mascota de 1 a 3 semanas. Ponen hasta 4.000 huevos en el ambiente y pueden sobrevivir hasta 570 días sin alimentarse. Imagínense, son de lo más resistentes que hay.
Y las consecuencias para nuestra mascota no sólo son picaduras, ya que además provocan lesiones inflamatorias sobre la piel, prurito, inquietud y una baja general en su estado de salud.
El desplazamiento de estos insectos entre el pelaje de los perros y gatos también provoca comezón y molestias constantes. En algunos perros o gatos, el contacto con la saliva de las pulgas desencadena una reacción alérgica que produce muchas irritaciones y, como consecuencia del rascado intenso, el lamido y el mordisqueo del propio animal sobre su cuerpo, se presentan lesiones inflamatorias típicas sobre la piel (dermatitis) y pérdida de pelo.
Además de lo externo, las pulgas también participan como hospedadores intermediarios en la transmisión de ciertas enfermedades que afectan tanto a las mascotas como a los humanos. Entonces, ¿qué hacemos con ellas? Lo más recomendable es usar tratamientos preventivos y hacerlo durante todo el año, pero con mayor acento en esta época. Los parásitos deben eliminarse desde el momento en que se detectan porque son un foco de enfermedades y para esto hay que usar antiparasitarios adecuados, en las dosis adecuadas y siguiendo las instrucciones de uso que indican los laboratorios fabricantes de los productos en sus mismos envases. Hay muchos en el mercado y pueden encontrarse tanto en clínicas veterinarias como en supermercados.
Cuando hay pulgas no basta con tratar al animal, sino también el ambiente donde vive. Por eso, una desinfección general de su casa tampoco le vendrá nada de mal.